Nunca había engrosado esas listas de artistas descuidados, hasta que llegó su exmujer, Orianne Cevey, y soltó en público una de las bombas del año: "Phil ha estado doce meses sin ducharse". El afamado cantante inglés, en plena batalla por el divorcio, cataloga de "poco éticas y falsas" unas acusaciones que "pertenecen a su más estricta intimidad". Esa que, al parecer, descuidó en 2019, Cuando comenzaron los problemas legales por el reparto de bienes. ¡Guerra sucia en su más pura esencia!

Trapos sucios

Señoras, señores, abramos el melón: ¿es bueno ducharse todos los días? Pues sí. ¡Categóricamente! Al menos, y como mínimo, darse un agua en el rostro, la nuca, las manos, los pinreles y el pepón. Lo que en mi casa siempre se ha denominado como el lavado del gato. Es lo mínimo que exigen el aseo humano, la decente convivencia en sociedad. El dirigirse de igual a igual, entre rostros libres de mal aliento, sin sobacos pesticidas o pelos grasientos. Porque la comunidad aconseja decoro, limpieza y, hoy más que nunca, espacios ventilados, recomendaciones sanitarias que, al parecer, no se cumplieron durante 2019 en la casa de Phil Collins. ¡Para nada! Basta una ruptura rabiosa y traumática, la que batallan desde el pasado año el artista inglés y su ex mujer Ori-anne Cevey, para enterarnos de todos los trapos sucios de la vida en pareja. De la mierda privada, nunca mejor dicho, que se esconde en la intimidad del hogar.

Enfrascados en una guerra eterna por el reparto de los bienes, entre los que se halla una apetitosa mansión en Florida (la joya de la corona), los más de veinte años de amor entre Collins y Cevey han saltado por los aires al narrar ella en público algunos detalles de su vida junto al exbatería de Génesis. Jugosidades del siguiente nivel: "Phil llegó a estar casi todo el año 2019 sin ducharse ni lavarse los dientes. El hedor de Philip se hizo tan penetrante que se convirtió en un ermitaño, negándose a interactuar con cualquier persona". Todo ello se recoge en un surrealista informe policial, que también contempla los incomprensibles hábitos marranos del cantante, en cuya mansión se multiplican las piscinas y los confortables aseos y cuartos de baño. Un palacete en Miami valorado en 28 millones de euros que, según denuncia, sigue "ocupado por su ex y su nuevo marido secreto".

Eso sí, de lo suyo, poca palabrería. Sus abogados se han limitado a señalar que las palabras de Cevey "son poco éticas y, en su mayor parte patentemente falsas o groseramente exageradas". Todo depende, claro está, de lo que sus letrados entiendan por recomendada higiene habitual.