Ni el derroche en palacio, ni sus ruinosos vestidos, ni aquella terrible frase que, por cierto, nunca pronunció en plena hambruna: "Qu'ils mangent de la brioche (Que coman pasteles)", derrotaron la respetada imagen pública de María Antonieta. Fue el archiconocido Asunto del collar (una estafa que tuvo por víctima al cardenal de Rohan, obispo de Estrasburgo, y en la que se vio implicada la última reina de Francia) el que terminó por hundir la imagen pública de la soberana, ganándose definitivamente la enemistad de la vieja nobleza y perdiendo, para siempre, el apoyo del pueblo de Francia.

Y siglos después no será un asunto de un collar, pero sí un asunto de un millón de dólares el que acabe con la vidorra de los ex duques de Sussex. ¡Al tiempo! Porque la amarilla prensa británica acaba de filtrar esta misma semana que Harry y Meghan han decidido prestar su imagen al servicio de las causas más nobles, pero a golpe de talonario, que todo así sabe mucho mejor.

Para gestionar este trabajo, y al mismo tiempo ganar dinero con el que autofinanciarse, los duques han contratado los servicios de la famosa agencia Harry Walker, responsable de la imagen de los Obama y los Clinton, entre otras celebrities. Ella será a partir de ahora quien negocie su participación en conferencias, debates, discursos y otras intervenciones, por las que llegarán a ingresar, atención, hasta un millón de dólares.

Llegar, hablar y cobrar. Pues según dicho despacho, "Harry y Meghan han demostrado que son unos excelentes oradores y tienen un gran poder de motivación". Vamos, que dejan a la altura del betún a Winston Churchill o al mismísimo Nelson Mandela.

Porque además, no lo olviden, está a puntito de salir al mercado, el próximo 12 de agosto, su biografía autorizada: Meghan y Harry, en libertad. La forja de una familia real moderna. Un libro en el que los duques explican, entre otros salseos, que Meghan no fue la impulsora del divorcio con Buckingham. Según un extracto recogido por The Sun, la palabra Megxit siempre ha enfadado mucho a Harry: "Da la impresión de que la decisión de alejarse de la Familia Real fue de ella, cuando en realidad la tomó el propio príncipe", asegura.