La cerveza es tan popular y su consumo está tan arraigado que, estemos en el lugar que estemos de España, si pedimos una cerveza, nos la servirán sin problemas, pero en muchos sitios nos pedirán que especifiquemos. Sin embargo, dependiendo del formato en el que queramos disfrutar de ella y de la zona en la que nos encontremos, un acto tan sencillo y cotidiano como pedir una cerveza, si no se hace de la forma correcta, puede convertirse en un auténtico reto.

La riqueza y diversidad cultural de se traduce en muchas formas distintas de pedir una cerveza en función de la región en la que estemos. Una caña es seguramente el modo más extendido de pedir una cerveza en cualquiera de los 246.000 establecimientos de hostelería que hay en España, pero existe todo un glosario de términos para concretar a qué nos estamos refiriendo.

Estos son algunos de los 32 denominaciones y formas más usados a la hora de pedir una cerveza.

La cantidad de cerveza o el vaso utilizado es normalmente lo que determina el nombre. Así, podemos pedir un zurito si estamos en Navarra y la Comunidad Autónona Vasca, un corto si estamos en Galicia, Castilla y León o La Rioja o un penalti en Aragón. Todos ellos corresponden con la menor cantidad de cerveza, equivalente a 100-140 ml, que se bebe en pocos tragos y no se calienta.

La medida de 200 ml sería la que más consenso tiene. Una caña (si es de barril) o un quinto o un botellín (si es en botella) se entiende en casi cualquier parte del mapa. También podemos escuchar un botijo en parte de Madrid. También pedir un cañón está cada vez más de moda. Irene Pascual, maestra cervecera de Cruz Campo destaca que "el vaso de cañón es una buena elección para ya que es muy ligero y ancho. Se sirve con una buena capa de espuma y permite disfrutar de todos los aromas sin apenas calentarse", añade. Quizás por ser el área con mayor consumo de cerveza, en Andalucía también escucharemos una cervecita o una cortaíta para referirse a este mismo formato.

Los 330 ml de cerveza, tan popular como la anterior, es la cantidad idónea para los que tienen pensado socializar con algo de tiempo. Su éxito seguramente se deba a que es la medida habitual de las botellas de cerveza en el canal hostelería, siendo frecuente pedir un tercio, un botellín (según la zona es tercio o es quinto) o una birra. Si estamos en una barra de Catalunya escucharemos como piden una mediana y en Asturias una media. Si la cerveza es servida en vaso, tendremos que pedir una doble en Madrid o, cada vez de modo más habitual, en una copa (tanto cerveza de barril como en botella).

Si la ocasión de consumo toma la categoría de acontecimiento, podremos pedir nuestra cerveza como una jarra, una pinta o una maceta (vaso de sidra, popular en Andalucía) y nos estaremos refiriendo a un recipiente de 500 ml. Si la apuesta es doble, de 1000 ml, estaremos tomando una xibeca en Catalunya, un katxi en Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca, un cachi o cacharro en Castilla y León o Asturias, un tanque en Cantabria o un mini en Madrid.

Si lo que queremos es una clara, en Catalunya nos servirán una cerveza con limón mientras que en Galicia será con gaseosa. Lo mejor, especificar siempre para evitar malentendidos salvo que estemos en la CAV y Cantabria, donde una cerveza con limón se denomina una lejía o una pika, en Baleares una shandy o en Castellón y Tarragona, donde pediremos un champú.

Especial es el caso de radler, el nombre con el que Heineken introducía la categoría de cerveza con limón en España, y que ha calado tanto que el público lo asimila como un término genérico para referirse a la cerveza con limón.