Lo intentó, temeroso, en el mundo de la música, con resultado espeluznante: 'Quítate el top'. Y con un álbum, 'Summer Boo', que incluso sonó en discotecas de Italia y Alemania. Pero la irrupción del coronavirus, como a todo al sector, le obligó a confinar sus mesas de mezclas y a reinventarse. Kiko Rivera, el hijo de la Pantoja, debutaba la pasada semana como tertuliano deportivo en el programa 'La gran jugada', de Canal Sur Radio. Llegó, habló, disgustó a todo Twitter y le mandaron pa'casa.

Es buen chaval: alegre, cariñoso y risueño. De eso no cabe duda. Pero nunca le ha gustado mucho sudar. Tras años de coqueteo con las drogas y juergas interminables, como él mismo confesó durante su encierro en Gran Hermano VIP, Kiko Rivera sentó la cabeza en 2016 y se volvió formal. ¡Muy formal!

De la mano de su mujer, Irene Rosales, formó una familia (ya tiene tres hijos) y se lanzó de nuevo a la noche, pero solo para trabajar. ¡Sin sustancias ni agua bendita! Solo como cantante, DJ, organizador de eventos y productor de joyas musicales del estilo Quítate el top, dentro de su primer y único álbum Summer Boo. Que no sirve ni para animar cuando limpias el polvo los sábados, pero se escuchó (todo sea dicho) en discotecas de media Europa, incluidas ciudades con exigente ocio nocturno como Milán, Berlín o Venecia (servidor da fe de ello). Nunca optará a la medalla del mérito al trabajo, está claro, pero el mozo se lo ha currado estos últimos años.

Y cuando estaba en su mejor momento, en la cresta del jolgorio Mujeres y hombres y viceversa, estalló la pandemia del coronavirus y tuvo que confinar sus discos, vinilos, mesas de mezclas y cascos tuneados. ¿El objetivo? Reinventarse. ¿La oportunidad? Iniciarse como tertuliano deportivo en el programa La gran jugada, de Canal Sur Radio. Y allí se presentó. "En los tiempos que estamos viviendo hay que reinventarse y nosotros lo volvemos a hacer. Hoy debuto en Canal Sur Radio de la mano de mis compañeros de La gran jugada, comentando los partidos de mi Sevilla F.C. durante toda la temporada". Al menos, así lo anunció en redes sociales el primogénito de Isabel Pantoja.

Pero bastó solo un encuentro, la inocente retransmisión de la Supercopa de Europa entre el Sevilla y el Bayern de Munich, para que al hijo de la tonadillera le lloviesen cientos de críticas por Twitter, alegando buena parte de ellas que su fichaje había sido por enchufe, que ni era periodista ni acumulaba experiencia deportiva, y que su caché se ubicaba por encima del resto de colaboradores. Una verdad verdadera que desató un huracán aún mayor de posts con mala baba. Y aunque el medio intentó rectificar y apagar fuegos, en medio de la polémica, Kiko decidió dimitir horas después.