Nativel Preciado ha pasado muchos años viviendo el periodismo con intensidad, pero desde hace tiempo se ha consagrado como novelista y ensayista, y también participa en diversas tertulias televisivas. Siente que la profesión de informar ha cambiado, no siempre a mejor, pero tampoco siempre a peor. De hecho, en su opinión aún queda periodismo respetable.

El santuario de los elefantes es una novela que nos lleva a otro continente y habla de corrupciones y apropiaciones indebidas.

-Es que hay personajes que se mueven muy bien en determinados ambientes, a los que conocemos como espectadores por sus vidas de lujo y que me apetecía poner en movimiento.

¿Por qué se va a África y escoge el elefante como animal?

-África es un continente muy interesante, un mundo que parece alejado, pero que sufre los mismos vicios y corrupciones que otros mundos que conocemos mejor. El elefante es el animal tótem de África y objeto de codicia por el marfil, y por supuesto, de caza furtiva. Es un tema que me ha gustado abordar y que me ha dado la posibilidad de adentrarme en un mundo fascinante.

Escribió la novela durante el confinamiento. ¿No le bloqueó la situación que vivíamos?

-Viví el confinamiento con el mismo estupor que el mundo entero, pero me centré en escribir y en desarrollar la novela que tenía pensada. Fue también una forma de estar entretenida mientras no sabíamos cómo iba a acabar todo.

¿Y cómo se ha documentado?

-Leyendo mucho y viendo numerosos documentales sobre África y sobre el tema que estaba tratando.

Al principio de esta pandemia se lanzó el mensaje de que íbamos a salir mejores personas una vez que terminase, ¿recuerda?

-Supongo que algunas sí lo habrán cumplido. Muchas personas de mi entorno han pasado por trances muy difíciles e imagino que ahora ven la vida de otra manera, pero otros no aprenden ni a golpes. No obstante, algo se nos habrá quedado, y el mundo está iniciando un gran cambio.

¿No ha cambiado ya?

-Los cambios históricos son mucho más lentos y largos que la vida de una persona, aunque es posible que el proceso sea mucho más acelerado que en otras circunstancias. No hay que pensar en la utopía o en hacer brindis al sol. Esto va a cambiar muchas mentes y muchas capacidades de decisión.

Lo que sí está claro es que somos mucho más vulnerables de lo que hemos creído.

-Muchas veces la vida nos pone en esta tesitura. Se rompe algo de nuestro complejo mecanismo y dejamos de funcionar.

Pero esto ha sido una fractura global...

-Claro, esto ha sido para todos. Llevamos una época ya larga afectados por un virus que ha atacado a toda la humanidad. El tiempo ha servido para descubrir vacunas, pero son mucho más poderosos el virus y la naturaleza que las multinacionales, los ejércitos y todas las armas destructivas que ha creado el ser humano para defenderse de los ataques y de los peligros. Un virus aparentemente insignificante nos ha puesto en cuestión y nos ha hecho saber de una forma casi brutal lo frágiles que somos.

¿Le gusta echar la vista atrás y recordar su trayectoria periodística?

-Hay momentos. Mirar atrás es bueno, pero no tanto hacerlo de forma continua. Recuerdo mi trayectoria a veces con lagunas y otras de una forma más intensa.

El mundo del periodismo ha cambiado mucho, si se mira con perspectiva.

-Ha cambiado mucho, es cierto, pero no es un fenómeno extraño; la vida es cambiante y cada profesión se adapta a los cambios que le sobrevienen. Podríamos decir que ha cambiado radicalmente.

Y no a mejor, ¿no?

-Todo depende. El cambio fundamental aparentemente ha sido la tecnología, y eso, teniendo en cuenta que fui redactora de cierre en talleres cuando empecé a trabajar... Fíjate, cuando tenía 18 años y pisé por primera vez un periódico había linotipias, se respiraba el olor a tinta... He viajado dictando crónicas por teléfono, he ido directamente a la hemeroteca para indagar sobre un tema o un personaje, así que si nos ponemos a día de hoy, el abismo es impresionante. Tecleas el nombre de una persona y en minutos tienes más información que la que necesitas.

Hay más facilidades, pero también se han presentado nuevos problemas.

-El principal problema es el económico. Nos han afectado mucho el paro y otras cosas que han ido minando el trabajo de los profesionales del periodismo. ¿Está el periodismo peor que antes? Depende de cómo lo mires.

Se habla de una pérdida de valores en el ejercicio de la profesión.

-Eso es mucho decir. Todo es muy personal y va a depender de quién ejerza el periodismo. Hubo un tiempo en el que el periodismo tuvo una función esencial, como la tuvieron todos los movimientos sociales, los abogados laboralistas, los curas obreros, los universitarios, las mujeres de los presos... En la Transición todo se revalorizó porque estábamos empujando hacia un mismo lugar. Estábamos deseosos de libertad y de conseguir la democracia. Nos olvidamos de todas la miserias para afrontar una situación que fue delicadísima y compleja. Había violencia por parte de la extrema izquierda, la extrema derecha y de los poderes fácticos.

Ahora también hay aspectos en los que el periodismo podría ser fundamental.

-Pero estamos en una situación diferente y la sociedad ha cambiado mucho. Entonces estábamos amenazados por todas partes. Esa fue una época que tuve el privilegio de vivir y fue brillante para el periodismo.

Hay gente que sigue arriesgándose, y que pese a las amenazas hace un periodismo de nivel.

-De acuerdo. Si miras hacia nuestros dos compañeros [David Beriain y Roberto Fraile] que han muerto en Burkina Faso, es cierto que las amenazas existen. Yo en mi novela he escrito sobre la caza furtiva, y esa misma era la denuncia de estos dos compañero. Hay muchos otros puntos calientes en los que el periodismo es de alto riesgo y cumple una labor fundamental, y en estos casos el periodismo es absolutamente respetable.

También hay periodismo respetable de cercanía...

-Claro que lo hay. Hay periodistas que cuentan los desmanes políticos, la corrupción de las mafias y sacan a la luz trapos sucios. Eso es buen periodismo, no cabe duda. Claro que hay gente que escribe con absoluta honestidad, que hace unas crónicas impresionantes o una entrevistas que son deliciosas de leer, pero si te pones a mirar otras cosas...

¿Basura?

-Eso es, basura. ¿Qué ha ocurrido? El cambio ha sido brutal y hay muchos géneros periodísticos que están bastante peor que antes, pero también hay secciones que están mucho mejor.

¿Echa de menos el periodismo?

-¿El periodismo sin más? Lo que echo de menos es ser joven y estar ejerciendo plenamente el periodismo que yo ejercí. Lo echo de menos porque fui especialmente feliz y vivía de una manera muy plena. Coincidió el periodismo de la época con mi juventud. Ahora mismo no echo de menos nada, me siento más o menos satisfecha con los trabajos que tengo, con lo que escribo y con lo que tengo en general para afrontar los momentos que nos ha tocado vivir. En esta entrevista me pillas en un buen momento.

Además es tertuliana en televisión.

-Es otra de mis facetas y una de esas cosas que digo que me satisfacen. He salido indemne de esta situación de pandemia y los míos también han sobrevivido. Estoy en alguna tertulia y no pido más.