Los protagonistas de la novela de Del Val tienen todo lo que se puede soñar... pero en lo material. Viven en un lugar de lujo, aunque les resulta difícil habitar sus propias vidas. Todo, empezando por los sentimientos, está cerrado. Juan del Val publica esta novela dos años después de Candela y piensa seguir, por el momento, su camino en solitario en la escritura. Dice riendo que Nuria Roca, su mujer, "está ahora un poco vaga en esto", aunque ambos son tertulianos habituales de El hormiguero.

Una novela que habla de vivir herméticamente, en mundos cerrados, y donde nada es lo que parece. ¿Ha ajustado su novela a los tiempos pandémicos que vivimos?

- No, para nada. Puede haber algún paralelismo, pero el que lea la novela verá que he huido de hablar claramente de la pandemia.

Se agradece...

- Es que no me apetecía nada. Este mundo no entiendo cómo lo estamos viviendo. No entiendo que la gente no nos podamos tocar, que no se pueda abrazar, que vayamos con mascarillas. No quiero que mi novela tenga nada que ver con este virus.

Centra las historias en una urbanización de lujo.

- Inexpugnable también. Creo que es una urbanización en la que es más difícil estar que salir. Es una urbanización que tiene muchas similitudes con otras que existen realmente y en las que están personas que viven muy bien a nivel económico, pero que no son todos esos multimillonarios que a veces podemos imaginar. Sí, son ricos, pero no son los más ricos del mundo.

Tercera novela en solitario. ¿No va a volver a escribir en compañía de Nuria Roca?

- No tengo ni idea. Nuria está un poco vaga respecto a la escritura y, sin embargo, a mí me entusiasma escribir. Ella está empezando ahora con una obra de teatro y anda volcada en ello. Y digo una cosa: estoy muy a gusto escribiendo solo. ¿Te sorprende?

Sí. Casi siempre se les ve en pareja en televisión, en conferencias, en los actos públicos€

- Eso es cuando nos sacan fotos y parece que estamos todo el día juntos, que no nos soltamos de la mano, pero hacemos televisión juntos y por separado. Estamos los dos en la tertulia de El hormiguero, pero luego estoy solo en El desafío y por las mañanas en La 1 también estoy solo. Somos una pareja que trabajamos los dos en el mismo medio, la televisión, y es lógico que coincidamos. Pero lo que importa: Nuria debuta en el teatro a finales de este mes y está ensayando mucho.

Volvamos a su libro. ¿Cree que los muros que protegen las casas de la urbanización protegen también a sus habitantes?

- Partimos de que llevan vidas privilegiadas en lo económico, pero hay otros factores. ¿Qué pasa con sus sentimientos? No, los muros físicos que te protegen de las miradas del exterior no lo hacen del miedo, del amor, de la amargura, del desamor o de la tristeza. No hay muros que te puedan proteger totalmente.

Dice que siente fatiga por la situación actual. ¿No se ha protegido usted contra esa sensación de angustia?

- Eso es imposible. Creo que cada uno de nosotros sentimos esa fatiga en un momento u otro. Yo estoy hartísimo de esto desde el primer día. Es que soy todo lo contrario a lo que me obliga a hacer este virus. Soy un ser tremendamente social. Me encantan los bares, me encanta tocar y abrazar a la gente o algo tan simple como estar con ella. Cómo me va a gustar esto, si lo que quiero es ir a un concierto abarrotado de gente y en el que todos estamos pegados. Es que lo necesito. Necesito las ciudades grandes llenas de personas, los metros abarrotados y Nueva York y su Quinta Avenida. Esto es para mí como€

¿Un castigo divino?

- Más o menos. Es un golpe, no solo a lo que hago, sino a lo que soy. Esta situación me está provocando muchísima tristeza. Dicen que va para largo, puede ser, pero creo que terminará pasando. No sé si tan pronto como queremos, pero llegará un día que digamos: ¿Te acuerdas de esos años en los que vivíamos de esa manera tan horrible y no se podía viajar o tomarte una cerveza con los amigos? Pasará y lo recordaremos como una mala pesadilla.

¿Hacia dónde mira para escribir una novela?

- Todo lo que escribo tiene que ver con lo que observo, con lo que tengo todo el rato alrededor. En Delparaíso quería contar una historia en un lugar determinado. La inspiración tiene también mucho que ver con vivir todo lo intensamente que se puede. No es una novela con pretensiones, es una novela con historias de personajes. Creo que todo lo que escribo va por ese camino.

¿Están hartos usted y su mujer de que siempre les hagamos preguntas referentes a la fidelidad de pareja o las parejas abiertas?

- No rehuimos las respuestas, pero cada vez se nos pregunta menos por ello. De todas formas, los periodistas podéis preguntar lo que queráis.

¿Y nos responderán lo que les dé la gana?

- Ja, ja, ja€ No. Tratamos de ser sinceros, pero también estáis obligados a demostrar imaginación. Lo de la pareja abierta o el tema de la fidelidad pienso que es una cosa un poco antigua.

¿Podríamos decir que Delparaíso se mete en los vericuetos de las vidas ocultas que de una manera u otra todas las personas tenemos?

- Lo que se ve de forma más clara es que las apariencias son poco importantes. Deben ser poco importantes en nuestras vidas. Al final, lo que te duele, lo que te hace tener miedo, lo que no se nota, es lo que aparece en esta historia de una forma descarnada. Es un poco el reflejo de que se puede vivir para los demás, para que los demás vean que eres muy feliz.

¿Una crítica a esas vidas que muestran las redes sociales?

- Sí, pero no siempre todo está en las redes sociales. Existen también los escenarios más primitivos, el tener un gran coche, una gran casa€ A veces esas pertenencias se tienen en función de los demás.

Ya. Pero tener una gran casa, o un gran coche, tiene su precio.

- Sí, claro, pero quizá no se necesita tanto y solo se tiene para que te mire el de al lado, te envidie y piense que te va muy bien. Pero todo son apariencias. Vivimos en una sociedad en la que lo que importa es lo que se ve.

¿Y qué es lo que debiera importar?

- Lo que te pasa, no lo que tienes. Lo que el de al lado piense poco importa si, como algunos personajes de esta novela, estás atormentado.

Escribe y publica cada poco tiempo, hace televisión, escribe guiones€ ¿Cómo se organiza?

- Es difícil. El último libro, Candela, lo publiqué en marzo de 2019. Escribo todos los ratos que puedo porque me apasiona escribir, pero también es cierto que trabajo en otras cosas que me gustan mucho y a las que debo dedicar un tiempo. Me apasionan la escritura y lo que hago en televisión. Es verdad que a veces le faltan horas al día y que en alguna ocasión se duerme poco y mal. No me quejo, me considero un privilegiado. Trabajo muchísimo, eso es una realidad, pero soy privilegiado porque trabajo, algo que hoy en día no es una cosa tan sencilla, y me gusta lo que hago. ¡Qué más puedo pedir!

¿Se le ha olvidado la etapa en la que se dedicaba al mundo de los toros?

- Para nada. Soy una persona con buenísima memoria. No olvido nunca lo que he hecho. Esa etapa fue para mí maravillosa en todo los sentidos. ¡Cómo la voy a olvidar!

La pandemia ha puesto patas arriba al mundo taurino.

- Esta pandemia ha puesto patas arriba todos los mundos. Nos estamos acostumbrando a cosas que son increíbles. Prácticamente no se puede hacer nada. Fíjate en el fútbol. El fútbol es comunicación con el que tienes al lado, y ahora lo tienes que ver por televisión y tú solo.