Naomi Kawase ha vuelto a hablar de la maternidad en "True Mothers", una delicada película que puede entrar perfectamente en el palmarés del Festival de San Sebastián y con la que deja bien claro que los vínculos paterno-filiales no los construye ni la biología ni el dinero, sino el cariño.

Y aunque no se trate de un guion propio, sino de su adaptación de la novela homónima de Mizuki Tsujimura, ella habla con conocimiento de causa como hija adoptada.

"La experiencia es común y sé que criar a un hijo no es una cuestión de medios económicos ni de lazos sanguíneos, sino de cariño", ha asegurado Kawase en la rueda de prensa online que ha tenido lugar este viernes en la penúltima jornada de la 68 edición del certamen donostiarra.

En esta historia, dos maternidades confluyen: la de Asato, que adopta a un bebé porque su marido es estéril, y la de Hikari, una adolescente que se ve obligada a dar a su hijo en adopción.

"True Mothers" es una bella y sutil propuesta que la directora japonesa ha presentado en el Zinemaldia dos años después de competir, también en la Sección Oficial, con su anterior filme, la enigmática y pretenciosa "Vision", protagonizada por Juliette Binoche.

Esta vez concursa bajo el sello del cancelado Cannes. Y si en 2018 no acudió a San Sebastián por problemas de salud, esta vez no ha podido hacerlo a causa de la pandemia, tras tener cerrada su asistencia hasta poco días antes del comienzo del Festival.

"True Mothers" no tiene nada del cripticismo con el que tocó el tema de la maternidad en "Vision". Su nuevo trabajo se aproxima con una comprensiva mirada a esas dos madres y a todas sus circunstancias.

"'Vision' era un guion mío, más filosófico, filmado en los bosques de Nara, en el que tenía mucha importancia el carácter humano de los personajes, la naturaleza y el paisaje. En esta película, al igual que 'Una pastelería en Tokio', he tratado de ser lo más fiel posible a la obra original", ha señalado.

En Japón, como en muchos otros países, no es lo normal que los padres adoptivos conozcan a la madre biológica en el momento que ésta les entrega a su bebé como ocurre en la película, aunque sí se dan casos en algunas ONGs que gestionan las adopciones.

Lo que sí es habitual es que sea la madre la que deja de trabajar para hacerse cargo de la crianza del hijo. Y así sucede en este largometraje, en el que la pareja no se pregunta quién será el que se quede en casa.

"En mi país es algo muy asumido, se da por sentado que es la madre la que está mucho más preparada para hacerse cargo del hijo. Como mi historia transcurre en Japón, me pareció mucho más natural hacerlo así", ha explicado.

El relato se mueve entre el pasado y el presente, lo que permite conocer mejor las razones que llevaron a ambas madres a dar los pasos que dieron. Más que "flashback", Kawase prefiere definirlos como "recuerdos" porque dice que lo que se muestran es "mucho más subjetivo" que unas meras imágenes retrospectivas.

Para esta película, la realizadora nipona ha contado con Hiromi Nagasaku, una actriz y cantante que fue estrella juvenil en su época y que "ha sabido captar muy bien ese matiz de tristeza oculta" que tiene la madre adoptiva.

La otra intérprete es Aju Makita, que tenía 16 años cuando comenzó a trabajar con ella. Kawase ha asegurado que "tiene la luz de las estrellas de cine y va a dar mucho que hablar".

Se ha referido también a su relación con el productor catalán Luis Miñarro, con quien trabajó en "Aguas tranquilas" y con el que lo volverá a hacer. Ha explicado que han concretado un proyecto en una visita que el productor realizó a una isla del sur de Japón donde, al igual que en el Festival de Cine de Nara, organizaron actividades gastronómicas y proyecciones para promocionar la cultura catalana.

Kawase, pese al aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio, se mantiene como la encargada de realizar un documental sobre este evento deportivo. Pero no será una película al uso sobre los juegos, pues tiene intención de incorporar imágenes sobre el modo en el que cada país está luchando contra la pandemia.