Es serio como jurado de MasterChef, pero a veces la risa, que reprime, se le intuye en los ojos. Es empático con los concursantes y muestra mucha paciencia con ellos, a pesar de asumir el papel del más seco de los tres jueces. Al margen de la pequeña pantalla, que le ha lanzado al estrellato y la popularidad, el chef toledano tiene dos estrellas Michelin, una en cada uno de sus dos restaurantes: El Bohío y La casa de Carmen. Y es que tele aparte, lo suyo, lo de siempre, y a donde volverá encantado a tiempo completo cuando la aventura catódica termine, es la cocina.

¿Ve usted mucha diferencia entre tener en el programa a adultos o a niños? ¿Con quiénes prefiere trabajar en las cocinas de la televisión?

Los roles que tienes que adoptar son totalmente diferentes. No es lo mismo explicarle a un adulto cosas de cocina que a un niño. En este caso hay que hacerlo fácil para que los pequeños lo entiendan. ¿Trabajar con niños o con adultos? Me gusta hacerlo en todos los casos, porque estás enseñando lo que sabes, lo que pasa es que lo explicas de diferente manera. Con los niños tienes que contenerte más y no puedes enfadarte como lo haces con un adulto.

Pues da la impresión de que algunos niños tienen más mano para la cocina que muchos adultos...

No te quepa la menor duda. Hay que ser más pedagógicos con ellos, porque suponemos que los adultos tienen más nociones o ciertas cosas muy vividas, pero hay que decir que las criaturas que pasan por MasterChef junior lo captan todo más rápido. Con ellos suelo utilizar un tono más jocoso, y me gusta enseñarles como hubiera querido aprender yo. Los niños son pequeñas esponjas y se quedan con todo. Hay veces en las que te olvidas de que has dicho una cosa, pero ahí están ellos para recordártelo.

Y ahora que lo dice, ¿cómo le hubiera gustado aprender?

Con un poco más de humor, de ironía, con una educación enfocada a crear pensamiento. Me gusta la educación que nos hace pensar un poco más, porque no solo se trata de estudiar por estudiar. En la cocina pasa lo mismo: la técnica está muy bien, pero hay que saber por qué la utilizamos y también hay que saber que a veces la tenemos que personalizar.

Sorprenden muchos de los platos que prepara cualquier concursante de cualquier edad una vez que ha pasado por MasterChef. ¿Tan fácil es cocinar que casi cualquiera en dos meses se convierte en un chef de cierta altura?

Ja, ja, ja? No, para nada. Aprenden en cursos de cocina, habiendo visto otras ediciones de MasterChef, a otros cocineros de la tele... Los niños que tienen entre diez y doce años han nacido viendo MasterChef. Se ha normalizado lo de que un niño o una niña puedan estar en la cocina. Estamos llegando a una gran normalización, y que los niños cocinen no debe ser algo extraordinario. Me parece que está muy bien para su educación que se pongan el delantal y cocinen con sus padres. Es muy sano.

¿Se ve que hay talento infantil?

Sí, claro que lo hay. No sabemos dónde acabará ni hacia dónde derivará ese talento, pero sí que lo hay. Podrán hacer lo que quieran en su vida, pero para muchos la cocina será muy importante. Hay niños que tienen una capacidad bestial de entender, de asimilar, capacidad de esfuerzo, de trabajo? En esta edición de MasterChef junior me he quedado alucinado con la capacidad de organizar una cocina que han tenido varias niñas. Tengo que decir que ellas han sido mejores que ellos. He visto organizaciones que no las hacemos ni los adultos.

En su época no había estos concursos. ¿Por qué se metió usted entre fogones?

Por casualidad. También me había criado en un restaurante donde mi madre y mi abuela cocinaban, pero nunca pensé que me dedicaría a la cocina. Era algo que no me había gustado nunca y no tenía el menor interés en meterme entre fogones, así que fue de casualidad y un poco obligado. Eso sí, me vi dentro de casualidad, pero una vez que entré?

Ya no volvió a salir.

No, y ni me lo imaginaba. Pensé: ¡Madre mía! Esto es inabarcable y puedo estar todos los días haciendo algo diferente. Así que se me metió en vena y ya estuve perdido para siempre.

Siempre se dice que la cocina profesional es una actividad muy sacrificada.

Depende de cómo te lo tomes. Si tú quieres que sea sacrificada lo será, pero puede que también te conviertas en un funcionario de la cocina.

No sabíamos que pudiera haber funcionarios de la cocina...

Pues los hay, los hay. También tiene mérito ser un funcionario de la cocina, no creas. Cuando te exiges el cien por cien es muy sacrificado, pero la cocina te da tanto que vale la pena sacrificarse.

Cuando hablamos de cocina muchas veces los referentes son los chef con estrella Michelin, y usted es uno de ellos. Hay quienes opinan que la cocina está sobrevalorada.

Es posible que así sea, pero yo iría un poco más allá: lo que está sobrevalorado es el espectáculo, y te lo digo yo que formo parte de él. La cocina nunca tendría que estar sobrevalorada. Debería importarnos mucho todo lo que ocurre alrededor de los fogones, y no hablo de restaurantes con estrellas, hablo de cocina. La comida repercute mucho en todos nosotros. Otra cosa es lo que hay de parafernalia alrededor, eso sí que está sobrevalorado.

¿Qué elementos forman parte de lo que usted llama espectáculo de la cocina?

Los medios, la televisión, las estrellas Michelin? Todo esto me parece hasta banal.

¿Le costó aceptar el reto de salir en televisión, o era algo que le atraía?

Entré en la televisión también por casualidad. He llegado a la conclusión de que todo lo que me ha pasado en la vida ha sido por casualidad. Me llamaron, me lo pensé y me insistieron para que probara. Nunca he sido muy mediático, no lo he intentado ni me gustaba, pero probé, me enganchó, y aquí estamos tú y yo hablando de televisión y no de cocina. He descubierto un oficio que me llena tanto como estar en la cocina.

¿No le ponen nervioso las cámaras?

Ya no. Estoy tan acostumbrado a hacer el ridículo que cuando me equivoco no me pongo nervioso en absoluto.

Hemos pasado la Navidad y llega la hora de rendir cuentas por las comilonas de más. ¿Usted también se ha pasado durante las semanas festivas?

Me paso siempre. Somos de comer en esos días tan intensos algo de picoteo, una sopa de ajo o cebolla y un ave rellena. Comer una pularda rellena o un capón es algo que no haces el resto del año. ¿Pasarnos? Claro que nos pasamos, pero es una vez al año. También es cierto que hemos entendido mal la Navidad, porque no todo es comer y beber. Nos pasamos en los gastos y tendríamos que ser más moderados. Yo intento no pasarme y me da mucha pereza comprar un besugo un 31 de diciembre, porque no hay necesidad de hacer un derroche extraordinario. Es algo que me duele un poco.

Hablando de cocina espectacular, MasterChef celebrity en su última edición ha superado el término espectacular.

Es un programa muy bien hecho, muy seguido, y entiendo que la gente lo pase bien viéndolo. Es un exitazo porque los personajes se muestran como son en realidad. Es un formato muy directo en el que hablamos de cocina a través del espectáculo, y no me parece mal porque es divertido.

En la última edición, Tamara Falcó fue quien repartió el juego y se llevó el premio. Más famosa, imposible.

Fue ella misma en estado puro. No tuvo que esforzarse nada. Tiene la inocencia y la pureza de una criatura de diez años, todo lo hace sin filtros.

Que un nobel de Literatura entrara en la cocina tuvo que ser también un espectáculo.

Es que yo creo que eso es ya historia viva de la televisión. La madre de Tamara, Isabel Preysler, con Mario Vargas Llosa en un programa de cocina, es algo muy difícil de definir.

PERSONAL

Edad: 51 años (13 de marzo de 1968).

Lugar de nacimiento: Illescas (Toledo).

Trayectoria: Nació entre fogones. Su abuelo fundó hace 85 años el restaurante El Bohío, el establecimiento que él ha convertido en uno de los templos de la cocina Michelin con una estrella desde hace 20 años. En 2010 fue elegido Mejor cocinero del año. En 2011 se coronó como mejor repostero. En 2013 abrió junto a su hermano Diego, jefe de sala, otro restaurante, La casa de Carmen (Olías del Rey, Toledo) que también cuenta con una estrella Michelin. Desde 2013 es jurado de todos los concursos gastronómicos de MasterChef en La 1 de TVE.

Filosofía: Le gusta la cocina de producto y que sea reconocible por el comensal. Se confiesa un enamorado de los platos de toda la vida.