madrid - Alberto Caballero es uno de los creadores de El pueblo, la serie que Telecinco emite los miércoles por la noche. También lo es de la exitosa La que se avecina, una comedia que ha llegado a su temporada número doce.

¿Cómo ha sido la experiencia de ‘El pueblo’ después de grabar tantos años en un plató ‘La que se avecina’?

-Muy buena. Grabar en exteriores y no tener un solo plano de plató es una experiencia única. Grabar en un sitio con el aire tan puro y la tranquilidad que hay en Soria, es una auténtica maravilla. Ha sido totalmente diferente a trabajar en una serie tradicional.

¿Más fácil?

-Diferente. Tiene dificultades que no se dan en un plató y facilidades que tampoco se encuentran cuando haces una serie al estilo tradicional. Trabajar en ella ha sido un reto, un lujo y una forma de grabar totalmente diferente.

¿Cómo surgió la historia de ‘El pueblo’?

-Analizando la realidad. De una frase tan manida y tan frecuente en la gente que vivimos en las ciudades que es “un día lo mando todo a la mierda y monto un chiringuito en la playa”. Tengo que reconocer que mi generación tiene algo de escapista, hay algo en la ciudad moderna y en la sociedad que no acaba de gustar y que te hace escapar o pensar en escapar.

¿Cree que hay muchos dispuestos a cambiar la ciudad por el pueblo?

-Hay muchos que lo piensan, que lo pensamos, sobre todo cuando atravesamos una crisis existencial. Muchas veces se dice: “Lo abandono todo y me voy a un pueblo vacío”. A esta idea se le van sumando argumentos; a los temas existenciales se suman los económicos. Si andas mal de dinero se buscan soluciones que resulten más baratas. Un pueblo resulta más barato que la ciudad.

Al principio plantearon la idea de un pueblo vacío.

-Sí, así fue. Concebimos la idea de que fuera un grupo de urbanitas los que colonizasen un pueblo abandonado. Dimos una vuelta a la idea y lo que surgió fue escribir una historia que hablara de choque cultural entre los escasos habitantes de un lugar que va vaciándose y esa gente que llega de la ciudad huyendo del estrés y que quiere imponer sus reglas en un sitio que ya tiene las suyas.

¿También usted ha pensado en mandar todo a la mierda e irse a vivir a un pueblo?

-Es una frase de cabecera y normalmente la sigo diciendo. De vez en cuando, tengo esa fantasía en la mente que, obviamente, nunca llevo a la práctica.

¿Se ve en un pueblo perdido de la mano de Dios como en el que han estado grabando en Soria?

-Yo soy más de montar un chiringuito en la playa, soy más de mar. Creo que nací en el sitio equivocado, mi lugar natural es estar cerca del mar, la meseta es más jodida. El pueblo en el que hemos grabado es un lugar bonito y agradable. Pero ir a vivir allí es para valientes, eso son palabras mayores.

Alguno de los actores comentaban que estaban aislados, que no había cobertura de móvil.

-Cierto. Fue una de las cosas que incorporamos a la serie, el móvil no funcionaba. Todavía en el siglo XXI, en esta España de la Unión Europea y del primer mundo, hay sitios en los que no hay cobertura porque no es rentable para determinadas empresas de telefonía. Es un tema bastante interesante para analizar. Mientras grabábamos la serie, se puso de moda, entre comillas, lo de la España vaciada. Nos dimos cuenta de que es un problema muy gordo. Hay lugares en los que no hay nada y estás totalmente incomunicado.

¿Puede vivir usted sin móvil o sin internet?

-Es una pregunta para todos. ¿Puedes hacerlo tú? Quizá un día, dos, una semana? Por trabajo, por cómo hemos establecido las relaciones familiares y personales, creo que no. Puedes vivir fuera de la ciudad, pero eso no tendría que suponer que tengas que estar sin comunicación.

¿Cómo eligieron Valdelavilla?

-No fue fácil. Necesitábamos que el pueblo tuviera unas características y a la vez estuviera perdido de la mano de Dios. Pero también tenía que tener servicios mínimos: luz, agua, algún núcleo de población cercano. Uno de nuestros directores, Roberto Monje, nos dijo que en Soria había un pueblo que se rehabilitó en su día para turismo rural y que era el ideal para la serie. Tuvimos mucha suerte porque tenía las características que queríamos.

¿Demasiado perfecto?

-Sí. Como estaba muy arreglado, lo que tuvimos que hacer fue desarreglarlo un poco. Le quitamos alumbrado, barandillas? Pero nos vino muy bien porque nosotros residíamos en las habitaciones superiores de las casas, era como si estuviéramos en un hotelito rural.

¿No había vecinos?

-No. Es un pueblo propiedad de la Caja Rural de Soria, fue quien lo rehabilitó con fines de turismo rural y quien nos lo alquiló. Es como si hubiéramos alquilado un plató, pero en esta ocasión natural y al aire libre.

¿Sucumbió al encanto rural de un pueblo vacío?

-Sí, claro. Yo estuve viviendo allí con todo el equipo, me llevaba la bicicleta de montaña y hacía rutas cuando tenía tiempo libre. Hay sitios preciosos. Creo que Soria podría mejorar muchísimo su marketing desde el punto de vista que tiene paisajes con un encanto que mucha gente desconoce. He estado muy a gusto.

¿Pero?

-¿Cambiar mi vida completamente para residir allí? En principio, no. Pero nunca puedes asegurar nada en esta vida.

Una serie muy diferente de ‘La que se avecina’.

-Cambian dos cosas. Una de ellas es el tono, El pueblo no es tan parodia, tan farsa. Se centra más en los personaje y tiene un tono más realista y sosegado, como lo quieras llamar. La segunda, es que es una serie hecha al cien por cien en escenario naturales y marca un poco el tono de realismo, llegas a ese tono de manera natural.

Sáquenos de dudas. ¿Se acaba ‘La que se avecina’?

-No tenemos decidida la decisión definitiva. En junio acabaremos de grabar la segunda parte de la temporada número doce. Lo que si es seguro es que es la última en el decorado en el que la hemos estado haciendo.

¿Se mudan?

-Si continuamos, sí. Lo que tenemos que analizar en términos de audiencia es cómo va la serie cuando se emita esta segunda parte. También tenemos que analizar cómo estaremos nosotros en ilusión y energía. Cuando digo nosotros, me refiero a los actores, el equipo técnico y los creadores. Nos tendremos que reunir y hablar con la cadena. Hay que ver cuál es estado de salud de todo y de todos. Estamos valorando varias opciones, una de ellas es continuar y sería una especie de La que se avecina 2.0 Eso sería darle aire a la serie con una mudanza.

¿Tienen en mente otros proyectos diferentes?

-Sí, estamos valorando varios que tenemos aparcados. Mientras hemos hecho La que se avecina también se nos han ocurrido muchas ideas que las hemos ido dejando. Ahora que nos hemos lanzado a hacer otra, a lo mejor nos ponemos a hacer más cosas, nunca se sabe. Tenemos cinco o seis historias que estamos desarrollando tranquilamente.

¿Siempre comedia?

-Estamos mezclando un poco todo. El pueblo ha sido un avance. Me gusta la posibilidad de mezclar los tonos, antes era difícil convencer a las cadenas. Pienso que la vida es una tragicomedia y hay que mezclar los tonos. Lo que no nos gusta mucho es el drama puro, hay gente que lo está haciendo muy bien; tampoco nos entretiene hacerlo.

¿Cuando mande todo a la mierda en qué playa montaría su chiringuito particular?

-Ja, ja, ja? Cuando lo haga definitivamente lo haré en un lugar con mar, playa y buen tiempo; el buen tiempo es condición indispensable. Como puedes ver soy un jubilado prototípico. No tengo ningún matiz: buen tiempo, alguna playa cerca y me sirve para esto cualquier punto del Planeta que tenga estas características.

Veo que el Cantábrico no está entre sus opciones.

-Eso seguro. Bueno puedo ir al Cantábrico por muchas razones, pero desde luego no para retirarme de la ciudad.

¿Ha tonteado con las plataformas?

-Ja, ja, ja? El tonteo ha sido mutuo. Hemos tenido reuniones. Lo que pasa es que hemos estado muy a gusto con Mediaset, seguimos estándolo, y no hemos tenido esa oportunidad. Pero el estreno de El pueblo fue en Amazon, aunque sea de rebote hemos trabajado con una, y la experiencia ha sido agradable. Trabajaremos con las plataformas, seguro; pero por ahora lo inmediato lo tenemos con Mediaset. Lo importante es tener clientes con los que trabajar a gusto y con libertad creativa.

Hay quien opina que las plataformas pueden cerrar la emisión de series en abierto.

-Eso es disparar al aire. Es difícil saber hacia dónde va esto. No sé si las plataformas acabarán con la ficción en abierto, puede pasar. También vimos disparatado que el fútbol o las motos fueran de pago y ahora todo el mundo lo tiene asumido. También puede pasar que de repente este boom sature al espectador y acabe desapareciendo alguna plataforma.