Pocas cosas hay más neoyorquinas en el mundo que el diseñador Marc Jacobs. Si acaso, la Estatua de la Libertad, la Quinta Avenida, 'Friends' y poco más. Así que no podía haber mejor escenario para su vuelta a los ruedos que las calles de la ciudad de los rascacielos. Por eso el diseñador, uno de los más influyentes del siglo XX, que no había presentado colecciones al público las dos últimas temporadas (ni en septiembre de 2020, ni en febrero de 2021), regresaba pisando fuerte con una línea para este próximo otoño.

El desfile se desarrolló el pasado 28 de junio bajo una palabra que se convirtió en toda una declaración de intenciones: 'Happiness' (felicidad). En la nota que acompañaba al show y que Jacobs entregó a todos los asistentes, el diseñador reflexionaba una vez más sobre la importancia de la creatividad: “La creatividad es tan vital en nuestra existencia, en la vida...”, sentenciaba en un manifiesto en el que hablaba del momento en el que tomaron la decisión de parar y cómo ese frenazo les ha permitido bajar el ritmo para meditar y evaluar lo que les funciona y lo que de verdad tiene valor. “Crear una colección requiere un esfuerzo enorme durante muchos meses desde nuestro pequeño grupo de talentosos y dedicados individuos”, confesaba. “Mientras el mundo continúa cambiando a una velocidad inimaginable, mi amor por la moda, el deseo de crear y compartir colecciones a través de este sistema -la pasarela- pervive. A través del carácter físico de esta experiencia compartida espero ofrecer un momento de inspiración, curiosidad, asombro y posibilidad”.

New York, New York

Y precisamente eso, amor por la moda y ganas de crear, fue lo que se vio en un desfile muy especial y que desarrolló en la Biblioteca Pública de Nueva York y que también se proyectó simultáneamente en vivo en la fachada de Bergdorf Goodman, justo al final de la calle, para celebrar una asociación exclusiva entre las dos instituciones neoyorquinas. Así, mientras las modelos se paseaban por la pasarela en la primera ubicación, el espectáculo se transmitía en la fachada de la segunda. El propio Marc Jacobs lo contaba en sus redes sociales: “Como neoyorquino nacido y criado, Bergdorf Goodman siempre ha sido y sigue siendo un faro de inspiración, servicio y calidad. Desde mis primeros recuerdos cuando era niño de sus escaparates ingeniosos, fantásticos y atrevidos hasta su firme compromiso con las colecciones de Marc Jacobs (que comenzaron a mediados de la década de 1990, después de mi salida de Perry Ellis), he reverenciadodurante mucho tiempo el nombre de Bergdorf Goodman. Es un pináculo de la mejor experiencia minorista”. Entre los asistentes a la presentación de las nuevas propuestas destacaron Gigi Hadid, Kaia Gerber y Hamish Bowles (uno de los popes de la moda norteamericana).

La colección

A juzgar por las prendas que se vieron sobre la pasarela, y que hoy revisitamos, este otoño hará mucho, pero mucho frío. Hasta el punto de que las modelos se taparon hasta la cabeza y la cara. Sombreros XXL con logotipo, capuchas gigantescas y grandes gafas de ventisca hicieron casi imposible reconocer sobre la pasarela al impresionante elenco de modelos. El aire retro de los 60, y concretamente las reminiscencias de Balenciaga, se dejaron sentir en las capuchas y en las chaquetas con la mítica estructura cocoon del maestro de Getaria. El logo de Marc Jacobs también se trasladó a esa década y la silueta terminó siendo un impresionante mix entre rapera, sport y vintage. La colección, que ha recogido grandes críticas, puede gustar o no, pero hay que reconocer que es impactante, fotogénica y optimista gracias a los colores fuertes, que van desde el amarillo al azulón.

El desfile en cuestión tiene mucha más trascendencia de la que pueda parecer a primera vista, ya que los últimos años no han sido fáciles para una firma que acumulaba malos resultados financieros. El futuro peligraba, pero Jacobs ha sabido reinventarse lanzando la línea The Marc Jacobs, renovando su firma de belleza (por supuesto, se maquilla con sus propios productos y los muestra) y colaborando con distintas causas a favor de la salud sexual reproductiva y los derechos del colectivo LGTB+. Y si a todo esto le sumamos su cercanía en las redes sociales, su arduo trabajo y su lejanía de la imagen de diseñador divo y ausente de entrevistas en medios... El resultado es una marca que poco a poco va reflotando, y no en cualquier momento, ya que la moda se ha visto especialmente afectada por la crisis del coronavirus.

También 'influencer'

Un millón y medio de personas siguen las andanzas de Marc Jacobs en Instagram, y sus selfies de camino al trabajo se han convertido en todo un clásico (muy divertidos por cierto) de esta red. Jamás pensó en convertirse en influencer, pero lo ha conseguido, y con un sentido del humor que es muy de agradecer. El diseñador es un gran defensor de la fluidez de género en cuestiones estilísticas y así lo reivindica en muchos de sus post, con pañuelos en la cabeza, plataformas de vértigo, uñas pintadas, gafas de sol femeninas y extravagantes, sombras metalizadas y bisutería a gogó... ¡y todo lo que le echen!

Él fue el responsable de que el confinamiento se le hiciera más liviano a sus seguidores, que esperaban con una sonrisa cada uno de los looks con los que posaba en la habitación del hotel en el que pasó el confinamiento ¿Lo mejor? Que siendo un fanático confeso del trabajo de otros colegas, Marc no tiene complejos a la hora de etiquetar prendas de la competencia en sus posados. Además, la buena relación de Marc Jacobs con la farándula es más que conocida en el universo fashion, y de hecho una de sus últimas colaboraciones fue con Lourdes María, la hija de Madonna. Su elección como protagonista de una campaña supone una señal más del giro para rejuvenecer la marca en la que se encuentra inmerso. De hecho, la firma americana cuenta ahora con una línea pensada para los adolescentes, que fue presentada en Instagram con jóvenes influencers posando en habitaciones adornadas como todo 'teenager' haría o desearía hacer.