dos son las principales novedades del nuevo equipo de la Comisión Europea que su futura presidenta presentó esta semana en Bruselas. Ursula von der Leyen, la primera mujer que presidirá el Ejecutivo europeo, cumpliendo su promesa contará con un Colegio de Comisarios y Comisarias, es decir, paritario, ya que estará compuesto por 13 mujeres y 14 hombres. Y, en segundo lugar, ha diseñado un gobierno que aunque cuenta con 27 carteras, concentra sustancialmente el poder en 8 personas, 7 vicepresidentes y el Alto Representante de Exteriores. Todos los demás comisarios dependen orgánicamente de alguno de ellos. De esta forma establece una clara jerarquía de poder y coordinación, mediante la cual ha buscado el equilibrio geopolítico de las potencias de la Unión Europea. En palabras de la propia política alemana, “se trata de una Comisión equilibrada, tan fuerte y diversa como lo es Europa”.
De entre los ocho personajes principales, destacan dos: Frans Timmermans y Margrethe Vestager. El socialista holandés será vicepresidente para el Clima, cumpliendo el compromiso del “Green Deal” de Von der Leyen. La liberal danesa, amplia poderes, será la vicepresidenta para la Era Digital y conservará la cartera de Competencia. A ellos se une en relevancia, el socialista español Josep Borrell como Alto Representante de Exteriores. Y cinco vic’epresidentes más: el popular letón, Valdis Dombrovskis, con “Una Economía que funcione en pro de las Personas”, nada más y nada menos; el conservador griego, Margaritis Schinas con la vicepresidencia para la “Protección de Nuestro Estilo de Vida Europeo”, otro título que ha levantado polvo; la popular croata, Dubravka Suica con la cartera no menos rimbombante de “Un Nuevo Impulso a la Democracia Europea”; la liberal checa, Vera Jourová se encargará de “Valores y Transparencia”; y el liberal checo Maros Sefcovic llevará las Relaciones Institucionales y la Administración.
Esta cúpula de poder supone un reparto que contando con la presidenta Von der Leyen, incluye cuatro políticos de centroderecha, dos socialistas y tres liberales. Parece evidente que pese a que el centroizquierda tiene dos carteras de enorme peso como las del Clima y las Relaciones Exteriores, los socialistas han salido mal parados del reparto en el Ejecutivo. Por s’u parte, tanto los populares y, muy especialmente, los liberales, se hacen con notables cotas de poder. Una foto que no se corresponde realmente con un Parlamento Europeo mucho más fragmentado tras las elecciones de mayo y que a buen seguro complicará enormemente la tarea de los nuevos comisarios y comisarios. El sistema de nominación de los candidatos a formar parte de la Comisión sigue dependiendo de los Gobiernos de los Estados miembros, una disfunción respecto al mapa político de la Eurocámara. Si en la mayoría de los países europeos se gobierna de coaliciones plurales y el Parlamento de Estrasburgo cada día lo es más, no tiene sentido que el dedo de los jefes de Gobierno ponga y quite a su antojo a quienes deben llevar el peso de la política europea.
El otro frente que ha tratado de salvar la ex ministra de Defensa alemana ha sido el de los equilibrios de los Estados miembros. Si Alemania partía en la jugada con la presidencia, dos vecinos y ninguno de ellos potencia, Holanda y Dinamarca se han hecho con el peso estratégico de la Comisión. En todo caso, todo queda en el entorno germano. A Francia la ronda le ha salido perfecta. Sylvie Goulard se encargará de Mercado Único y de Industria de la Defensa, uno de los sectores que más ayudas e inversiones tendrá a corto y medio plazo, con el lanzamiento del pilar de defensa europea. Además, Macron colocó nada menos que de presidenta del Banco Central Europeo a Christine Lagarde. Italia, tras su giro evitando las elecciones que pretendía el ultra y eurófobo Salvini, vuelve a resurgir en el escenario de poder comunitario situando a Paolo Gentilloni en la cartera de Economía, una de las más codiciadas, además de tener otro compatriota de presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli. España se contenta con la diplomacia y renuncia al poder económico, con Josep Borrell como Alto Representante Exterior, un cargo de mucha imagen, pero escaso margen de maniobra e influencia interna. Y el resto del poder, salvo el caso muy especial del griego Margaritis Schinas, se queda en el Norte, especialmente en los países Bálticos y en Centroeuropa. Todas ellas áreas de influencia alemana. En resumidas cuentas, a Von der Leyen le ha salido una Comisión mayoritariamente germanófila y de centroderecha. Lo contrario hubiera supuesto una sorpresa mayúscula.