Berlín - Los ciudadanos de Sajonia y Brandeburgo, dos regiones del Este de Alemania, están llamados a las urnas mañana domingo. En sus manos está marcar los precedentes de las próximas elecciones regionales -en octubre-. Las quinielas que se barajan son, básicamente, tres: un posible acuerdo tripartito entre los Socialdemócratas del SPD, los Verdes y Die Linke (La Izquierda); una nueva victoria de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel o la más temida, la victoria de la extremaderecha.
En este sentido, el mensaje que lanza Alternativa por Alemania (AfD) es contundente: es hora de volver a rebelarse ante la “destrucción de la prosperidad, la restricción de la libertad y ante una democracia dañada”. Así lo define el partido ultraderechista en su programa electoral para el Estado de Sajonia, un panfleto en el que se detallan los problemas que, según ellos, ha dejado la Unión Demócrata Cristiana (CDU) tras casi 30 años de Gobierno: “Una clase media sobrerregulada, un área rural descuidada, la explosión de la delincuencia, una educación severa” y la puesta en marcha de “aventuras energéticas que destruyen el trabajo”.
La radicalidad de esta formación política se hace evidente en otros estados, como Schleswig-Holstein. Allí, Doris von Sayn-Wittgestein, cabeza del partido de la región, ha sido expulsada del país por pasarse de ultra tal y como ha decidido el Tribunal Federal de Arbitraje de la formación. A pesar de que muchas voces ya se habían alzado para forzar la dimisión de la candidata, que se mostró partidaria de apoyar la Asociación Memorial, una sociedad con tendencias neonazis con la que AfD se muestra incompatible, la alemana volvió a vencer en las elecciones del pasado mes de junio. Por eso, ante su cese Sayn-Wittgestein no se ha quedado callada: “Fui elegida por la gente y no por la facción”.
Así las cosas, este es el partido que amenaza con desbancar el poder a los cristianodemócratas en el Estado de Sajonia, donde llevan gobernando desde la reunificación alemana, y a los Socialdemócratas en el de Brandeburgo. Los motivos por los que el partido está cuajando tanto en las mentalidades de muchos ciudadanos alemanes hay que buscarlos en la historia: la frontera entre el este y el oeste del país sigue existiendo, pero en términos extraoficiales. Los ciudadanos del Esta siguen infrarrepresentados en las instituciones políticas. Así lo llegó a reconocer la canciller alemana cuando afirmó que existen “diferencias sistemáticas”. A esta falta de representación, se suma el rechazo al extranjero. - P. Gómez de Tejada