Donostia - Las imágenes de la catedral de Notre Dame devorada por las llamas tardaron pocos minutos en dar la vuelta al mundo. Y tal y como sucede en este tipo de catástrofes, los falsos expertos proliferaron y fueron diversas las voces que se alzaron poniendo en entredicho la actuación de los bomberos. Una de ellas, la del presidente de EEUU, Donald Trump, que sugirió la utilización de hidroaviones para frenar el avance de las llamas. No fue el único en cuestionar el operativo, también hubo quien censuró públicamente que los bomberos tardaron en actuar o quien se preguntaba por qué no comenzó a echarse agua antes, pero ¿qué opinan los expertos al respecto?

“Visto en la tele y, sin tener detalles, creo que no pudieron hacer más de lo que hicieron”, asegura en conversación telefónica con este periódico Imanol Andonegi, responsable del servicio de bomberos de Donostia, que remarca “la gran complejidad” de la actuación: “Era una situación muy complicada, con ese tipo de edificio, esa altura, ese volumen de llama desde el principio... Probablemente tampoco sería el lugar más fácil del mundo para acceder con los camiones, que son bastante grandes, habría aglomeración de gente, tráfico...”. Además, rompe una lanza en favor de sus 400 compañeros parisinos que durante nueve horas batallaron en Notre Dame: “El cuerpo de bomberos de París es uno de los más potentes de Europa. Es un cuerpo militar, con muchos recursos, muchos medios, muchos parques. Ciudad más preparada que París no habrá muchas, pero es algo que puede pasar”.

A juicio de Andonegi, en una situación tan extrema, los bomberos se ven obligados a “priorizar”. “Tienes que valorar qué es mejor: parar el fuego, si es que puedes pararlo, a costa de estropear todo lo que haya debajo, o viendo que esto no hay forma de pararlo, intentar vaciar la iglesia y salvar todo lo posible y luego parar el fuego”, reflexiona este bombero con dilatada experiencia.

Y es que, aunque el agua es la mejor herramienta contra el fuego, en edificios tan singulares como Notre Dame puede resultar letal. “El agua es un agente que causa mucho daño y en un edificio así, sabes que va a estropear tallas, mosaicos, pinturas... El agua lo destroza todo, por eso no puedes empezar a echar agua de forma desmadrada”, cuenta este profesional, que explica que en una estructura tan dañada como la de la catedral parisina, puede actuar como una bola de demolición. Por ello es importante actuar con cautela y no echar mano de recursos como hidroaviones o helicópteros. “La estructura, ya de por sí con el incendio está sufriendo daños y el agua tiene mucho sobrepeso. Si echas agua desde un avión o un helicóptero, es demasiado sobrepeso. Hay que tener en cuenta que son cinco toneladas de sobrecarga que caen de forma repentina. Sí, apagas el incendio, pero igual también terminas por hundir por completo la estructura”, advierte.

Igual de cuidadoso hay que ser con el agua que se vierte con cañones. Por ello, antes de empezar a operar, los bomberos trataron de salvar el máximo número posible de material con valor artístico. Según relató ayer la alcaldesa de la capital gala, Anne Hidalgo, los bomberos realizaron cadenas humanas para extraer todo este material de la iglesia. “Supongo que al principio tuvieron mucho trabajo en sacar todo lo que pudieron. Ten en cuenta que los cañones de agua que se ven en las imágenes echan entre 2.000 y 3.000 litros de agua por minuto. Probablemente decidieron que era mejor esperar y rescatar esos bienes, porque si empiezas a echar agua sabes que todo lo que esté debajo se va a deteriorar”, dice Andonegi. Respecto a quienes opinan que los bomberos tardaron en actuar, el jefe de los bomberos de Donostia recuerda su experiencia: “Es algo que nos pasa mucho. La gente dice: Pero si no se les ve. Hay que tener en cuenta que los incendios se extinguen desde el interior. También se puede echar agua desde fuera, pero es mucho más brutal hacerlo así”, apunta, y explica: “Una vez vaciada la iglesia, es mucho más fácil atar el fuego de forma más agresiva”.

Tras nueve intensas horas de trabajo para sofocar el fuego, ahora llega el momento de cuantificar los daños, pero Andonegi advierte de que el peligro no ha terminado. “La madera es muy traicionera y van a tener que dejar a muchísima gente de retén durante 48 horas o más para controlar que no se vuelve a encender. Y probablemente, volverán a tener pequeños incendios todavía. Tendrán que ir poco a poco”, alerta.