París - Acusado de reaccionar tarde y mal a la crisis de los chalecos amarillos, el Gobierno francés defendió ayer su gestión de la situación ante la Asamblea Nacional en una sesión que introdujo en el hemiciclo las reivindicaciones del movimiento contestatario.
El primer ministro, Édouard Philippe, compareció un día después de haber decidido congelar durante seis meses la subida de impuestos al carburante y las tarifas de la electricidad y el gas para asegurar que ha escuchado la rabia de los franceses y ha actuado en consecuencia a la espera de hallar las soluciones adecuadas.
“Si no las encontramos, no restableceremos esos impuestos. (...) Estas decisiones tienen como objetivo devolver la serenidad al país”, indicó convencido del rumbo marcado desde la llegada al poder en mayo de 2017.
El Gobierno quiere emprender en los próximos meses un debate nacional en torno al ritmo de la transición ecológica, la necesidad de alternativas al trayecto de casa al trabajo y la bajada de los impuestos. “No debemos legar a nuestros hijos una deuda incontrolable”, advirtió Philippe en una sesión acalorada, en la que el voto final de los diputados, previsto a partir de las 20.00 horas, no es vinculante.
El primer ministro francés admitió asimismo que tal vez las medidas aplicadas han sido “insuficientes o demasiado técnicas”, y reconoció que ha llegado la hora de entablar “un verdadero diálogo sobre las preocupaciones de los franceses”. - Marta Garde