SKopje - Los ciudadanos de la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) reflexionaban ayer sobre si votar y en qué sentido hacerlo en el referéndum convocado para hoy y que podría cambiar el nombre y el futuro del país. La consulta está muy presente en las calles de Skopje y demás grandes ciudades del país, empapeladas con grandes carteles y pancartas en las que se pueden leer lemas como Sí a una Macedonia europea.

Otros carteles exclaman Bojkotram (Yo boicoteo) y piden a los votantes que se abstengan de votar. La campaña terminó la medianoche del jueves, con la mirada puesta en la participación, que de no alcanzar el quórum mínimo del 50 % más uno, no tendrá validez. “No acepto este referéndum. No votaré. Quiero que Macedonia sea un Estado miembro de la Unión Europea y la OTAN pero no aceptaré el acuerdo con Grecia. No quiero llamar a mi país por otro nombre. Este es su nombre”, decía una mujer a un reportero de televisión.

Hoy, los 1,8 millones de ciudadanos registrados en el censo electoral podrán votar desde las 7.00 hasta las 19.00 horas y responder con ello a la pregunta ¿Apoya la integración en la Unión Europea (UE) y la OTAN al aceptar el acuerdo entre la República de Macedonia y la República de Grecia? Los ministros de Exteriores macedonio y griego, Nikola Dimitrov y Nikos Kotzias, firmaron en junio el acuerdo por el que el país dejara su nombre provisional ARYM y pasará a llamarse República de Macedonia del Norte, tanto a nivel nacional como internacional.

Con este pacto, ambos países pretenden cerrar una disputa que se ha prolongado desde que este país balcánico se independizó de Yugoslavia en 1991. La implementación del acuerdo abriría el camino para la integración de Macedonia del Norte en la UE y la OTAN, vetado por Atenas, que se negó a reconocer al país vecino con su nombre constitucional, República de Macedonia, por temor a que hubiera reclamaciones sobre la región homónima en el norte de Grecia. “Es una pregunta tonta con muchas respuestas. Soy de izquierdas y no apoyo a la OTAN pero sí la entrada en la UE y el acuerdo con Grecia. Veré qué haré el domingo”, explicaba un joven veinteañero.

“Por supuesto que votaré. Quiero acabar con esto, estoy cansada del nacionalismo tanto aquí como en Grecia. Es hora de seguir adelante”, decía, por su parte, una jubilada. El riesgo de una baja participación en el referéndum es muy alto, pues las últimas encuestas muestran que tan solo el 46% de los votantes dentro del país piensa acudir a las urnas.

“Nuestro análisis muestra que la participación oscilará entre el 43% y el 49%. Si se tiene en cuenta un margen de error del 3% esperamos una participación real del 46%. Esto hace que la situación sea impredecible”, explica Marko Troshanovski, del Instituto para la Democracia, responsable de la encuesta. “Si el acuerdo para cambiar el nombre sigue adelante sin el apoyo necesario se convertirá en la base para mayores tensiones, antagonismos étnicos y nacionalismos”, sostiene Troshanovski.

Aunque el referéndum solo tiene carácter consultivo, el primer ministro, Zoran Zaev, ha vinculado su permanencia en el cargo a una victoria del sí. Zaev ha asegurado que renunciará si el número de los votos en contra es mayor que el de los votos a favor, pero dejó en el aire si esto también sería aplicable para el caso de que no se alcance el quórum necesario.

Para Subhi Jakupi, un antiguo miembro de la Comisión Electoral Estatal, el hecho de que se trate de un referéndum consultivo otorga al Parlamento la posibilidad de mantener vivo el proceso de ratificación aun cuando no haya suficiente participación.