Esta ciudad tiene un bullicio y un colorido muy característico; y guarda un valioso patrimonio artístico que no deja indiferente a nadie. Respecto a su fundación, tiene orígenes romanos. Su proceso de expansión se dio durante la época medieval, tras la anexión de tres burgos rodeados por murallas prácticamente intactas: Navarrería, San Nicolás y San Cernín o San Saturnino.

El Ayuntamiento de Pamplona (ubicado en la plaza Consistorial) se convirtió en el punto en común entre los barrios. Desde este edificio se lanza el txupinazo que da comienzo a los sanfermines. En su casco antiguo aún perdura el trazado medieval. Algunos de los hitos son el Centro de Interpretación del Camino de Santiago-Ultreia, el Museo de Navarra, el Palacio Real o el Mercado de Santo Domingo. A un paso se alza orgullosa la Catedral de Santa María. Pese a su fachada de aparente estilo neoclásico, su interior guarda joyas del gótico nacional, como el claustro. La plaza del Castillo remarca la transición del casco histórico a la parte moderna. Es un punto de encuentro, con locales de hostelería por doquier.

La Ciudadela, antigua fortificación renacentista reutilizada como espacio cultural y jardines de paseo. A esto se añaden zonas verdes y jardines que dan para un cuadro impresionista. Bares de pinchos con auténticas virguerías culinarias. Ambiente cultural, bullicio jacobeo, tiendas de las de toda la vida€

En resumen: Pamplona es San Fermín pero también lo es su recinto amurallado, salpicado de parques y jardines, es la primera ciudad del Camino de Santiago, es su prestigiosa gastronomía y acoge multitud de fiestas y eventos. Tiene alma conquistadora y es difícil no sucumbir a sus encantos y conectar con su agradable gente.