H ay relojes que además de dar la hora te dicen lo que has dormido y la profundidad de tus sueños. Detectan la calidad del descanso y otros parámetros. Y se ha visto que ver la tele luego tiene sus consecuencias. La más inmediata es que si te tienen hasta las mil en alguna de esas finales de concurso tipo OT, pues que eso se traduce en que te acuestas más tardes y duermes menos. Eso está claro y no hace falta que te lo diga un reloj porque uno mismo lo detecta al día siguiente cuando se tiene que levantar. En el futuro nuestras propias impresiones van a ser muy importantes. El nivel de mentiras que generan las llamadas redes sociales están haciéndonos desconfiados y todavía lo seremos más en el futuro. Estados Unidos ha sido el primer país en que las mentiras han llevado a un candidato a hacerlo presidente. Algo que en cualquier otro tiempo hubiera sido como una inocentada hoy es una realidad como un templo. La mentira no se expande por las redes de manera desordenada. No. La mentira va encendiéndose precisamente en aquellos terminales en los que quieren creerla. Y les va tan bien con este modelo que lo seguirán usando hasta que el universo entero se sienta engañado y ya nadie se crea nada. Nos acabamos de esterar que Sara Sanders, que es la jefa de prensa de la Casa Blanca de Donald Trump, tuiteó un vídeo en el que incluía imágenes trucadas con las que intentaban dejar claro que la retirada de la credencial del periodista de la CNN Jim Acosta había sido de justicia. En el futuro en lugar de crear relojes que midan nuestra intensidad de sueño, estaría bien que analizaran la veracidad. Que hicieran una especie de cribado exhaustivo de cuanto nos llega antes de que lo lleguemos a ver o leer. Un reloj que hoy no existe por lo que tenemos que seguir usando la parte crítica y desconfiada que posee nuestro sentido común. De momento, sigamos alerta: el futuro depende de que sepamos distinguir la verdad. Algo que hoy parece todo un milagro.