tengo la impresión de que la Lotería de Navidad se vende sola y que esos spots tristes con los que la anuncian son simples ejercicios de estilo. Vender lotería tocando la fibra de un mundo viejo y lleno de buena gente como sacado de un cuento de Charles Dickens. Este año, la elegida para sacarnos las lágrimas ha sido el personaje de Carmina, una maestra de pueblo con todo lo que eso conlleva. Y ya lo creo que cumple su objetivo, no el de que se vendan más décimos que de eso ya nos encargamos nosotros mismos, sino de apelar ese sentimiento navideño que tanto vende en estas fechas. Todo lo contrario del tema presentado el pasado domingo en Salvados. La riqueza mineral de la RD del Congo ha logrado crear un verdadero infierno en aquella parte de África. Una realidad que quedó perfectamente descrita en la entrevista que Jordi Évole a María Álvarez (y también la de nuestro compañero Txus Iribarren en las páginas de Diario de Noticias del pasado domingo). Un país, el Congo, que cuenta con los materiales más preciados por las naciones más avanzadas y que no ha conseguido que esa riqueza evite que esa sociedad que conviva con la más absoluta pobreza y con la violencia asumida o practicada por gran parte de la población. Esta mirada a África de Évole llega a la gente. Durante décadas, hemos vivido a espaldas de las guerras, de los genocidios y las hambrunas africanas como si fueran enfermedades endémicas de esos países ante las que poco podíamos hacer. Y la verdad es que poco hemos hecho. Algo que podría ir cambiando si la televisión, con toda su capacidad de observación y divulgación, nos pusiera su lupa allá. El programa de Jordi tuvo gran seguimiento de audiencia porque nos tocó la fibra por la autenticidad de los testimonios (incluidos el de los jóvenes o niños asesinos y violadores que contaban con naturalidad sus aberraciones). Gracias a Jordi y, en especial a gente como María, que ha llevado esa lotería al fin hasta el mismo corazón de África.
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