Madrid. Promete una entrevista sin tapujos ni pelos en la lengua. Está dolido y sorprendido todavía por esa llamada a un despacho para comunicarle que no iba a seguir al frente del programa que él había llevado al éxito de audiencia. En un comunicado insólito, Mediaset decía que su línea editorial “es coherente en toda su programación y tiene el claro objetivo de informar, que no formar”. Cintora cree que no es un marciano ni un antisistema, solo un periodista con los pies en la tierra y muy cercano a la realidad.
Umbral decía que había venido a hablar solo de su libro. ¿Usted?
-De lo que haga falta, de lo que quieras; hablaré sin tapujos ni pelos en la lengua y con muchas ganas.
¿Qué ha pasado en Cuatro?
-Ahora mismo tengo un contrato en vigor con Mediaset. Hemos grabado un capítulo para En la caja sobre fondos buitre y desahucios. Estudiamos en común que siga presentando espacios informativos en la cadena.
Dicho así hasta da la sensación de normalidad.
-Ésta es la situación que hay después de que, para mi sorpresa, haya dejado de presentar Las mañanas de Cuatro, es el programa que yo levanté.
¿Y qué pasó?
-Me llamaron a un despacho y me dijeron que dejaba de presentarlo. Mediaset sacó una nota, todo el mundo la conoce.
Una nota muy fuerte sobre la diferencia entre informar y formar. Le consideraban crítico con el PP, ¿es ése el motivo?
-Me consideran incómodo y duro con el poder en general. No creo que yo sea un periodista que haya contado nada más allá de la verdad.
Se trata, de contar la verdad, ¿o no?
-Lo que no pueden hacer es intentar convencerme de que un ministro de Exteriores sentado en la barrera de la plaza de toros de Valencia ha ido allí a llevar a su hija en el momento en el que ha habido unos atentados en Túnez y se está buscando a españoles que se sabe que están allí y no aparecen, que hay un matrimonio muerto.
¿Tuvo llamadas?
-Sí, de su equipo de prensa, muy agresivos, diciendo que había ido a llevar a su hija. Tú tienes la foto y está plantado en la barrera. Si tú no compras esa historia que te quieren vender, no puedes ser incómodo, como mucho eres honesto y dirás lo que estás viendo.
La verdad suele doler. ¿El periodismo debe ser incómodo o es también un tópico como la objetividad?
-Debe contar la verdad de lo que ocurre; la verdad a veces duele, incomoda. No necesariamente es incómodo. Hay a quien le puede incomodar que se narre un desahucio y hay quien puede estar agradecido porque se da voz a quien tiene ese problema. Entre el desahuciado y el desahuciador, siempre estaré con el desahuciado.
¿Ve muchas injerencias políticas en el mundo del periodismo?
-Más de las que tendría que haber en medios públicos de todo tipo. No sería tan complicado poner estos medios que pagamos todos en manos de profesionales. Tendría que haber medios públicos que no cambiaran en función del Gobierno de turno.
¿Y en los medios privados?
-Claro, también se ven condicionados. En un año electoral se convoca un concurso para reordenar el panorama de las televisiones, eso condiciona la libertad de información.
Hay quien cree que la verdad cada uno la ve de una forma diferente.
-No hemos contado cosas alejadas de lo que refleja la sociedad en sus inquietudes, lo dice el CIS: preocupación por el paro, corrupción, etcétera. Si hablo de asuntos como el de Rato, el de Bárcenas, el de Blesa o los preferentistas, no es porque uno sea un marciano. Es que uno habita aquí, tiene los pies en la tierra y eso está ocurriendo a su alrededor.
A lo mejor es que a algunos estamentos la hora de la verdad no les hace mucha gracia.
-Si uno habla de desigualdad y de gente que todavía tiene que malvivir con 400 euros, es porque está ocurriendo. Esto de que la crisis es algo pasado, como predican algunos, no parece que esté ocurriendo y demuestra que esos algunos no están en contacto con la realidad.
¿Le pilló por sorpresa esa llamada a un despacho?
-Se producen de forma habitual; no esperaba que fuera para lo que fue.
¿Había recibido algún toque?
-En las empresas, cuando tú trabajas con una materia delicada como es la información, se va hablando y se va trabajando en común la forma de elaborar los programas. No soy ningún bicho raro, ni ningún antisistema, trabajo y tengo los pies en la tierra.
¿Contar la verdad está mal visto y sale caro?
-No he dicho eso, pero no se puede situar al que cuenta la verdad fuera del orden establecido. Yo no tengo ninguna condena por mentir, ni nada parecido.
¿Hasta cuándo tiene contrato?
-Ya ha sido publicado que mi contrato dura hasta 2016, la fecha exacta no la voy a concretar.
¿Esperará renovarlo?
-Todo está abierto, tengo 38 años y no debo cerrar las puertas; quiero seguir en mi profesión, la información y el contacto con la gente.
Se ha dicho que podía terminar de tertuliano en ‘Un tiempo nuevo’...
-No me lo han comentado, con lo cual no voy a dar bola a conjeturas.
Negociaciones con Atresmedia. ¿Otra conjetura?
-Sé que también se ha publicado algo pero sí sería entrar en conjeturas. No sé lo que va a pasar.
¿Decepcionado?
-Cuando estás al frente de un programa y has conseguido que sea el más visto del Estado, te quitan de presentarlo con el trabajo que le has dedicado, es evidente que hay una decepción. No soy distinto al Cintora al que se le felicitaba hace un año, no he cambiado y me he vuelto alguien ingobernable.
Se ha hecho usted muy famoso.
-Es posible, pero a veces las malas noticias llevan a que pase esto. Me quedo con el apoyo de la gente, pero te aseguro que no le recomiendo a nadie el momento que he vivido.
¿Sus compañeros le han apoyado?
-El 99,9% ha estado conmigo.
¿Publicidad extra para su libro, ‘La hora de la verdad’?
-Eso está por ver, se está vendiendo muy bien, en las firmas se me acerca mucha gente, pero a lo mejor también habría ocurrido lo mismo sin lo que ha pasado, estando yo en la tele.