Las televisiones cometieron bastantes faltas de ortografía audiovisules. Hasta el mismísimo Juan Carlos dijo que Abdicaba a Felipe cuando la norma gramatical dice que se abdica en alguien de la misma manera que uno se caga en algo o en alguien. Vamos que a la peña no le dio tiempo a pasar el corrector de la RAE y hubo un pequeños lío. Dice la norma empresarial que la malas noticias -que sé yo: bajadas de sueldos, despidos, etc.- lo mejor es comunicarlas el viernes. Para que así el personal tenga todo el fin de semana para ir remugando la decisión durante varios días sin que se le vea la cara de mala ostia. La abdicación de Juan Carlos en Felipe en pleno lunes es como si les hubiera tocado la lotería. El tema absorbió de tal manera los espacios televisivos que la programación fue suspendida de facto sin mayores explicaciones. Donde ivan Los Simpson (la biblia de muchos televidentes entre los que me encuentro), aparecían sesudos analistas comandados por Sussana Griso que alargó su programa hasta lso confines de los informativos sin respetar ni siquiera los galones de Arguiñano. Ayer fue uno de esos día en los que se tocó a zafarrancho en las redacciones televisivas y con ellas el resto de medios que también tuvimos que hacer cabriolas. Y volviendo al verbo inicial: puestos a abdicar, además de en Felipe, se me ocurren varios atributos. Si Juan Carlos abdica en favor de la asociación protectora de elefantes podría resarcirse de la sensación de culpa que debería atormentarle. Si por el contrario la abdicación recayera en una fundación que trabajara por la mejora de las prótesis de cadera seguramente entonces contribuiría al avance médico. Todos tendríamos claro que la monarquía sirve para que nuestros desgaste de huesos tenga en el futuro médicos que no tengan que venir de fuera. Pero como Juan Carlos "abdicó a Felipe" nadie sabe qué significará eso.