MANU Leguineche, el jefe de la tribu de corresponsales que estuvo en todas las guerras, deja un legado de decenas de libros con los que las nuevas y menos nuevas generaciones de periodistas pueden disfrutar de las experiencias de un reportero de guerra "imprescindible e inolvidable", como destacó ayer Maruja Torres. La vida de este periodista nacido en Arrazua fue "una vida repleta del periodismo más intenso", según afirmó Alberto Vázquez-Figueroa que, a sus 77 años y, viendo cómo desaparecen muchos de sus compañeros de fatigas", se consideró ya en "la primera fila de fuego".

Pero en el fuego real y en "follones" es donde estuvo infinidad de veces Leguineche, "una persona normalmente seria pero que en los momentos más difíciles sacaba su lado divertido", aseguró Figueroa, que recuerda cómo se reían ambos al escuchar una vez, en una grabación tras un combate en África, los gritos que habían dado "por el subidón de adrenalina".

Los corresponsales de guerra son los únicos que eligen ir voluntariamente a un conflicto, según Figueroa, y Leguineche lo escogió siempre con "una gran independencia", un rasgo que también destacó ayer especialmente Gervasio Sánchez: "Era la esencia de las crónicas de guerra de este país". Sánchez, de 54 años, se considera "hijo, profesionalmente hablando, de Manu, al igual que del también fallecido Enrique Meneses.

Sánchez aseguró además que Leguineche se mantuvo "fuera de las grandes componendas del poder mediático" y "llegó a renunciar a puestos importantes por los que otros hubieran matado porque no quería que su independencia fuera coartada". Por todo ello Leguineche es hoy una persona valorada por toda la profesión. "Encuentras a poca gente que hable mal de él", resaltó Gervasio Sánchez. "Todos los que hemos cubierto un conflicto internacional hemos aprendido con Manu", sostuvo ayer Sánchez, que veía regularmente al fallecido en los últimos años y comprobó con tristeza "cómo se fue deteriorando a pesar de su capacidad increíble de fortaleza de lucha".

Junto a su "independencia", el recuerdo de Leguineche está unido, según los que le conocieron, a otros adjetivos como los de honrado, sencillo, asequible, digno, riguroso, generoso, locuaz o cariñoso. Para el editor de Internacional de Efe Alfonso Bauluz, que también se ve como un "aprendiz" de Leguineche, no hay nada mejor para aprender a ser reportero que leer el libro La Tribu (1980), que narra el golpe de Estado en Guinea Ecuatorial de Obiang contra Macías y relata la vida de los corresponsales de guerra.

Gervasio Sánchez conoció a Leguineche en 1988, en el plebiscito de Chile contra Pinochet y, al acercarse a presentarse, le dijo simplemente: "Me llamas Manu". Leguineche, que residía desde hace muchos años en la localidad Brihuega (Guadalajara), ya no podrá volver a acudir a las reuniones del grupo de siempre.