HAY que hacer mucha abstracción para no apartarse de la cabeza las imágenes del registro que la Guardia Civil practicó en el archivo de PP. Será por eso que cada vez que aparece Rajoy en televisión uno recuerda a Eugenio, aquel humorista con acento catalán que decía "saben aquél que diu que entra la guardia civil en la sede del PP y,...". Pero este hombre no tiene acento catalán y por mucho que lo parezcan sus chistes, resulta que son declaraciones formales y comparecencias políticas. Chistes tan penosos que cuestionan en sí misma la naturaleza de un Estado al que se cuestiona. Lo decía el otro día Sabina en la presentación de su libro Muy personal: "España me produce asco e indignación".

Y si hay un día en el que indignarse por las mentiras permanentes de nuestros dirigentes, ése es el del sorteo de la Lotería Nacional. Una de las actividades más lucrativas en los tiempos de crisis, donde conseguir dinero es una cuestión milagrosa más que otra cosa. Una lotería en la que cada pedrea sonara en la voz de los niños de san Ildefonso con corcheas del gravamen que los que no iban a subir los impuestos han puesto a los premios: "menos veinte por ciento". A los que les ha tocado un pellizco de 60.000 euros ha sido al matrimonio Aznar-Botella. Se lo tiene que abonar Mª Teresa Campos por una demanda contra la periodista que aseguró la supuesta (no vaya a ser que me desplumen a mi también) separación matrimonial de Josemari, ya saben el amigo de Blesa, y Ana, ya saben aquella madre a la que se le resistía el inglés y cuyo hijo también hablaba mucho con Blesa. Ya ven; con lo tranquila que parecía Mª Teresa en su isla de muermos de Qué tiempo tan feliz los fines de semana y mira tú que le han arruinado el turrón. ¿Se imagina las navidades que les esperan a los Aznar-Botella? Vaya chute de abdominales y de curso de inglés en vena les esperan.