EL que fuera secretario de Estado de Comunicación del Gobierno Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, llamó cocainómano a Wyoming. Bien mirado, más que un insulto parece un diagnóstico: "José Miguel Monzón tengo que decirle que padece una enfermedad que se caracteriza por la adicción a la cocaína". No lo hizo. Entre otras cosas porque el tal Miguel Ángel Rodríguez resulta que no es médico. Es decir lo dijo en público y a mala leche. Pero el problema no es que M.A.R. no sea médico, el problema es que a este hombre le gusta diagnosticar. El diagnóstico de M.A.R. para un médico de urgencias de Leganés fue de que era un "nazi". M.A.R. lo repitió y al final fue condenado por un delito continuado de injurias. Y como no terminaba de pagarle al médico le embargaron las cuentas. Es un hombre convencido de lo que dice pero tiene que mirárselo. Porque una cosa es la crítica y otra la medicina para la que los periodistas, según la legislación, no estamos capacitados a ejercer. Sin embargo, ¿cuántos médicos ejercen el periodismo? Ya ven que mi lado periodístico está un poco con M.A.R. porque me indigna que los periodistas, que podemos explicar al mundo en qué consiste todo, no podamos dar una valoración médica equivocada. Me indigna que no podamos realizar una angioplastia (por abreviar, y como todo el mundo sabe, una cirugía de los vasos sanguíneos), y que no podamos ejecutarla en un quirófano con todos los medios de los que dispone un cirujano (hablamos de un cirujano anterior a la era Rajoy, claro está). Vamos, ni eso, ni una miserable apendicitis podemos hacer los periodistas, con lo sencillo que es. Mi consejo al paciente Miguel Ángel Monzón es que, en vez de recurrir a los tribunales de justicia, le meta a M.A.R. una queja por falso diagnóstico en Atención al Cliente. Total, va a ser lo mismo.
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