SE ha hecho famoso el comentario de enfado de Ernest Riveras de TVE hablando mal por una mala elección del realizador ucraniano. Y es que el Mundial de Atletismo de Moscú está siendo todo un espectáculo que pone a prueba la escasa inversión en personal que esta cadena pública hace sobre el personal. Es lo que tienen esas largas horas comentando las diferentes modalidades deportivas que conducir, por muy difícil que sea, un informativo de media hora sea más llevadero. En este sentido una de las frases más famosas de la televisión es aquella exclamación de Matías Prats "¿Pero esto qué es? ¿Esto qué es?", mientras fallaban las sucesivas conexiones para hablar con sus ayudantes. Al final, este tipo de comentaristas acaba siendo como el mayor de los hinchas. Todo lo que no sea que gane el del equipo español es como si fuera un agravio. Y sin embargo el espectáculo en un mundial es continuo. No hay tregua por pocos que sean los triunfos y por más que los realizadores se pasen por el forro los primeros saltos de Ruth Beitia por preferir el calentamiento del 5.000 donde se preveía -y así fue- un recital de etíopes y keniatas. No puede ser que una fiesta mundial como son estos campeonatos acabe con el sabor amargo de una derrota. Si algo demuestra el deporte es la belleza de la competición en sí misma. El día en que nuestros comentaristas aprendan a competir; el día que narren la grandeza de la rivalidad seguramente, ese día, disfrutaremos todos un poco más. No puede ser que lo que más recordemos de un mundial no sean los nombres de los ganadores y sí las rabietas de los comentaristas. Al final el salto que nunca se vio de una sueca que tiró el listón dio un bronce compartido a Ruth Beitia y el título de cascarrabias mayores del reino a los comentaristas que, en lugar de retransmitir el directo, acabaron desquiciados.