El espectáculo de opinadores del accidente de tren de Santiago ha rozado todos los límites. Mientras nadie se ha hecho cargo de ofrecer datos objetivos, la gente aportó todo tipo de informaciones sobre el conductor. Una persona tan desprotegida como el resto de los ocupantes de ese tren maldito. Desde el principio la información de los responsables políticos o no ha llegado o se les ha perdido por el camino echando, de este modo, toda la responsabilidad a borbotones al maquinista, como en su momento con los famosos "los hilillos como de plastilina" del Prestige sembraron el Cantábrico de muerte y asqueroso chapapote. Opinar con la escasez de datos que ha habido durante todos estos días es todo un ejercicio de imaginación y puede que también algunas dosis de crueldad al manejar algunos datos sin confirmar.
Y hablando de crueldad y de datos. El ministro Wert ha asegurado en un congreso que si se pudiera calcular el peso del idioma castellano en la economía alcanzaría cerca del 11% del PIB. Menuda reflexión. Pone el ejemplo del inglés para ver que a pesar de las diferencias entre el hablado en América y el de Inglaterra, el intercambio de productos en ambas direcciones es total. Pensando en televisión no suele ocurrir lo mismo en el mercado español (fuera de alguna telenovela venezolana en algún canal de la TDT). Es posible que esta convergencia haga que ese mercado sea más ambicioso. Hay noticias de que el director de cine Soderbergh va a rodar diez capítulos de la serie titulada The Knick sobre la creación de un hospital en el New York de 1900. Va a contar con actores de la talla de Clive Owen. Por aquí tenemos a nuestros directores de más éxito, tal que Santiago Segura, de ayudante del Carlos Sobera. Y ese sí que es un dato preocupante: en el futuro en las mejores series de TV se seguirá hablando en inglés.