ADEMÁS de las aves y las flores, la primavera da paso al verano con la llegada de los partidos en la tierra batida de Roland Garros. Este año, si TVE no llega a un acuerdo, el tenis va a dejar de ser un deporte popular para sólo entrar en los salones abonados a Canal + o para verlo en los bares que es donde pagan religiosamente las tasas. Adiós a las sobremesas en las que adormecerse con un partido de tenis (o mejor una vuelta ciclista), que son uno de los placeres que poco a poco van desapareciendo. Aunque lo peor para una sobremesa es toparte con el anuncio que la Dirección General de Tráfico ha fabricado contra la ingesta de alcohol por parte de los jóvenes. No sé qué repercusiones tendrá en el consumo juvenil asistir a esa mezcla entre vómito y regurgitamiento. Espero que por lo menos consigan su objetivo, aunque algo me dice que poco puede hacer este organismo que no consigamos los adultos por los hábitos de los chavales.
Y uno se cae del guindo cuando, viendo el programa Salvados de Jordi Évole, aparece un juez, un tal Bermúdez, diciendo que "la financiación ilegal en España no es delito". Acabáramos. Tanto hablar de Bárcenas y de los chanchullos del PP para financiarse y repartir la gracia de todos los empresarios entre los suyos y todo está bien. Como supongo que estará bien despedir a Aida Nízar por decir algún improperio al cónsul mexicano. El problema es que todavía no sé qué pudo decir esta mujer para que la echaran los de Telecinco. Toda una vida viviendo de contar chascarrillos purulentos con el consentimiento de la cadena y ahora les entran los pudores. Debe ser alguna regla no escrita de la diplomacia o esa doble moral que se ha instalado para quedarse definitivamente en nuestra sociedad. Como la corrupción en la política o, ¡mierda!: pagar por el tenis como un pijo cualquiera.