CONTAR con la fecha electoral para el 20-N despierta toda suerte de dudas sobre la razón de elegir la fecha en al que murió Franco para la consulta. Qué bien le vine al dictador que le vayamos tapando su historia criminal a fuerza de paladas como esta. A partir de este año el 20 de noviembre, además, lo recordaremos por el triunfo, o no, del eterno aspirante: Mariano Rajoy. Un candidato que ha tenido más oportunidades que nadie en la arena electoral. No hay más que mirar el panorama de otros países para ver qué pocos de los candidatos que pierden optan en los sucesivos comicios.
Ahora toca el tema propagandístico. Mientras el PP estuvo en el poder ya demostró su capacidad para manipular TVE además de otros medios afines. Nada que no hiciera en el pasado el PSOE, cierto, pero no en las legislaturas que presidió Zapatero. Comienza una novedosa campaña en la que ambos candidatos son los aspirantes, y en la que ninguno de los dos tendría nada que perder en la tele. Puede pasar que a Rajoy le dé miedo enfrentarse a Rubalcaba en los debates televisivos. Un miedo que en otras ocasiones se tradujo en un rotundo "no" a participar en los cara a cara con los socialistas. Una manera de ir camuflando su ventaja hasta el día definitivo de las elecciones.
La tele siempre ha sido imprescindible para ganar unas elecciones generales pero, esta vez, comienza la campaña en plenas vacaciones. Este año no veremos la estampa de Mariano largándose a la playa durante dos meses despidiéndose delante de una cámara dentro de su coche oficial en marcha y sin atarse el cinturón de seguridad. Seguramente el verano que nos aguarda será diferente. Las interferencias de la propaganda los van a dejar sin vacaciones. Si hasta ahora la tele veraniega estaba siendo mala, que no nos pase nada si además le echan leña electoral. Acabaremos achicharrados.