DICEN que a los Alcántara de Cuéntame los van a mandar al paro la próxima temporada, para que la serie tenga cierto paralelismo con la actualidad. Ya ven, a Imanol Arias tan pronto lo hacen empresario como subsecretario o lo defenestran y lo mandan a casa a llamarle tontolaba a cualquiera de sus hijos. Puestos a hacer paralelismos, podrían haberlo hecho dimitir por admitir el regalo de algunos trajes. Ya se sabe que aquellos años la ética formaba parte de la clase política, algo que definitivamente ha pasado a la historia. Como demuestran también algunos compañeros que basaban el periodismo en las escuchas ilegales. Periodistas que pinchan los teléfonos al personal en el más vergonzoso ejercicio de la profesión. Aunque para vergonzoso, ahí está la emisión de los programas del corazón en pleno horario infantil. Esto se hace más notorio ahora en verano, cuando los chavales son los dueños de la tele y tienen todo el día para verla. O no. El caso es que las horas que los niños pasan delante de la pantalla se disparan en progresión casi geométrica. Algo que no es proporcional al número de espacios infantiles que se programan. La lógica, el sentido común y el mercado hablan bien clarito que si algo debería trabajarse en el verano son los espacios pensados para los niños. Por lo menos se podría pensar en que los que hay no choquen con los más elementales principios de educación. Pues no. Un espacio como Sálvame -que por cierto ha recuperado su presentadora de verano Paz Padilla-, ocupa 4 horas y cuarto de la tarde de la programación de Telecinco. Con estos números, quienes todavía piensen que la tele puede ser un elemento de formación de la mentalidad infantil, que arranquen la antena y la tiren por el retrete. O mejor que no lo hagan, que demuestren a sus retoños que hay otros mundos además del coñazo de Belén Esteban.
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