ENTRE la aristocracia de los personajes de televisión se ha colado Kiko Rivera "Soy un Ribera, soy un Pantoja: soy fuerte" había dicho en una de sus múltiples horas bajas. Ahora la gota, la enfermedad que tanto ha atormentado a reyes y príncipes ha hecho que el aprendiz de Torrente haga la maleta y se vuelva a su tormentosa vida habitual. "Mama no llames que me vuelvo a casa" había rematado antes de despedirse. Dios qué país. ¿Es que nadie puede parar a esta peña? Cinco millones de parados y uno de los programas estrella es Supervivientes. Aunque para auténtica pesadilla la que estrenaron el miércoles en Antena 3. Se llama El jefe y no va de mafiosos. Pertenece al género que tanto se lleva de hacer televisión con la vida misma. Da igual que sea el mal comportamiento de los perros, de los hijos o de los abuelos. El jefe se infiltra como currela en su propia empresa, como Robert Redfort en la peli Brubaker se hizo pasar por preso antes de convertirse en alcalde del penal. El jefe camuflado comienza desde abajo y en cada jornada hace un balance de sus compañeros. El resultado final se lo pueden imaginar: un despido en directo. Y para ganas de llorar con lágrimas de cocodrilo: Lydia Lozano, esa voz de guacamayo que no termina de agotarse nunca en Sálvame. Lloraba por la noticia de que Ylenia Carrisi está viva, lloraba porque durante todo este tiempo había estado recluida en un convento de clausura en los confines de Arizona. Ya ven, todo esto y encima Buenafuente confirma que se baja de la tele durante una temporada. Lo mejor que puede pasarle a nuestra parrilla de televisión es que llegue el verano. Muchos de estos aristócratas se van de vacaciones y los perdemos de vista. Si la gota no acaba con ellos con un poco de suerte quién te dice que no se suben al Titanic.