Antes, cuando no se oía, el gesto natural era el de fabricarse una trompetilla colocando la mano detrás de la oreja como diciendo ¿Qué dices? Lo último ahora es aparecer en público pero tapándote la cara con la mano a la altura del bigote porque hay colgaos en televisión que se dedican a leer los labios y subtitulan luego los supuestos comentarios. Es el gesto que hizo Mourinho que dio un recital de cómo sentirse el centro del universo en el partido de Champions del martes. El gesto tiene su cosa porque si hasta ahora a la gente le daba más o menos igual lo que le dijera un entrenador a sus jugadores, en este ejercicio de deificar todos y cada uno de los personajes del fútbol Mourinho es algo parecido a lo que Zeus pudo significar para los griegos. Todos los ojos pendientes de las misteriosas palabras que ocultaba la mano de Mou. Y de los mensajeros que iba utilizando Chendo, Dudek, Casillas y así. Lo cierto es que a este mundo de dioses se están incorporando las Ateneas. Algunas acompañadas de micrófono y con retoques en sus pechos según dicen de la Afrodita Carbonero o Irina Shayk, novia del Adonis Cristiano Ronaldo, que aparece desnuda sin saberlo en la revista GQ. Lo cierto es que tras los partidos televisados cada vez es más frecuente que las estrellas del balompié enseñen el torso en plan Apolo y desfilen sin camiseta rumbo a los vestuarios seguros de que sus abdominales serán la envidia del universo. En esta moda, mitad exhibicionista y mitad mirón, los escáneres de los aeropuertos norteamericanos son el no va más. Ahora ya no hay prendas que nos oculten las lorzas y michelines a los mortales. Una nueva generación de rayos chismosos hacen que nos vean tan cual. Si viaja por allí, lo mejor que puede hacer es mentalizarse como un jugador que eso que cuelga es puro músculo.