POCAS veces el servicio público que a veces se hace en televisión fue tan lamentable como el espectáculo de La noria en su entrevista encerrona a Beatriz Trapote. Invitada para hablar de su libro sobre sexo resulta que en realidad lo que quisieron practicar con ella fue el linchamiento periodístico. Eso suponiendo que entre los linchadores hubiera algún periodista, que es mucho suponer. Llamó mucho la atención la insistencia de Jordi González en preguntar sobre qué páginas había escrito Trapote. Si por algo se caracteriza este hombre es por dejar hacer el trabajo sucio a los compañeros. Tras el momento álgido que coincidió con la invitada marchándose del plató, vino el patético, la reacción de Jordi ya fuera de sí; como si el delito que hubiera cometido la presunta plagiadora fuera lo peor del mundo. "Vete. Vale, pero ésta no cobra". Advirtió en voz alta, suponemos que para que el responsable de la caja no aflojara la pasta a quien no le había servido para convertir un chivatazo en primicia. La Trapote se fue y nos quedamos con el corazón partido.

Ese mismo día a Aznar le ocurrió todo lo contrario. Había comenzado ya una de sus conferencias a doblón con el título de "Yo me estoy comprando una casa" dirigida mayormente a los comerciales inmobiliarios cuando alguien pensó que se le estaba yendo la olla y que sus comentarios no debían ser recogidos por los periodistas. Se echó a todos los informadores de la conferencia para que el genio del bigote y su melena siguiera con sus comentarios. Ya ven: el gran especialista en hinchar la burbuja inmobiliaria hasta convertir la economía en una gigantesca pompa de jabón se va a comprar ahora una casa grande. La más grande, tan enorme como las fantasías del negro que le ha escrito a Beatriz Trapote su Kamasutra sin límites. Jordi: ¿es eso lo que querías oír?