en el Líbano han impedido la emisión del final de una serie de televisión. Se trata de Al-Mastsli que pudiera traducirse como el Mesías. Al parecer recreaban demasiado la figura que Jesús tiene en los libros sagrados del Islam como un profeta más. También proponían un final feliz tipo Hollywood donde el hijo de María se salvaba y el que acaba en la cruz es Judas, ya saben, el malo de la historia. El director pensó en la frase de "No dejes que la Biblia te estropee un final redondo". De nuevo aparece la interferencia de la lo religiosamente correcto en la producción cultural o de ocio. Una interferencia que a lo largo de la historia está repleto de crímenes sin resolver y persecuciones de por vida para quien osa hurgar en estos sagrados. Pero la creación televisiva no puede permitirse dar un paso atrás en este sentido. Sería estúpido que series como Águila Roja fueran retiradas porque los efectos especiales no existían en el Renacimiento o que prohibieran Los Tudor porque las razones que le llevaron a la muerte por decapitación de Ana Bolena fueran el simple capricho del guionista que decidió que a Enrique VIII no le gustaba el wonderbra que luce la actriz. La creación y la fe son cuestiones tan alejadas que pensar que una pueda interferir en la otra da miedo.
El que no tiene ningún miedo y quiere cambiar su destino es David Cantero; que deja el liderazgo de su informativo y, con él, la tranquila vida de los telediarios del fin de semana en TVE para meterse en el laberinto de la televisión privada. Lo ha fichado Telecinco. Ahora podrá también vender toda su credibilidad para hacer publicidad de bancos y cuentas corrientes como hace a diario su futuro y duro competidor Matías Prats II.