Imagino que sabrán, más o menos, de dónde viene el dicho de "matar al mensajero". Mala costumbre universal con la que muchos culpables intentan tapar sus propias vergüenzas cuando escuchan lo que no quisieran. Con la derrota de la Selección, lejos de echar a Del Bosque o dejar de una vez y para siempre en el banquillo al Niño Torres, la primera víctima del Mundial de Sudáfrica ha sido un periodista. Resulta que Ángel González Ucelay se negó a hacer el paripé de retransmitir los partidos desde la habitación del hotel. Y es que, lo que dijimos al principio de este larguísimo mundial sigue en pie: aquí la FIFA a lo que está es a hacer caja. Y pide algo parecido a un canon de 120.000 euros para que las emisoras tengan derechos de retransmisión. Supongo que por ese precio lo mejor es quedarse en casa y largar desde el sofá del salón. Por lo menos, en el descanso, siempre te puedes calentar un huevo frito y echar un trago del grifo. Y es que hay empresarios que piensan que el Periodismo es un ejercicio de imaginación más que una ciencia que se consigue a fuerza de aportar datos. Ahora que se nos ha ido José Saramago, lo que proponen algunos es poner en marcha aquella magistral novela Ensayo sobre la ceguera, donde imaginó y gestionó un mundo habitado por ciegos. Ciegos no, pero iluminados sí son un rato esos creativos de The Times que, a falta de juego de Inglaterra, se dedican a echarle la culpa de la derrota de la selección de Del Bosque a Sara Carbonero, claro, no podía ser de otra manera, una periodista. Pero resulta que nunca antes se había escuchado tan alegremente el tema de las apuestas. Casi todas las grandes selecciones han cambiado de estilo. Su juego es ahora tan predecible que nadie se explica en qué consiste el fútbol. Y ojo que puede ser más rentable perder un Mundial que levantar una triste copa.