vitoria. Le gusta su papel de médico del Samur en Hospital central, pero reconoce que en la vida real la profesión de galeno no ha entrado nunca en su sumario de intenciones profesionales. Antes de empezar a grabar su papel quiso conocer cuál era el trabajo de los sanitarios y se quedó asombrado por la forma de trabajar, por la intensidad de los momentos que vivió y por cómo un grupo de personas se afanan por salvar vidas en el más estricto anonimato.

¿Cuánto tiempo lleva en la serie?

En junio haré cuatro años. Es una barbaridad para un actor. En los tiempos que corren ahora mismo no se puede pedir más.

Un seguro de vida, ¿no?

También. Pero lo veo más como un gran lujo. Hospital central es una serie que está muy asentada. Es muy fácil trabajar en ella, tiene un gran equipo humano y eso ha hecho que la serie pueda vivir durante tanto tiempo, diez años, dieciocho temporadas.

¿Se imagina ser médico en la vida real?

Hubiera sido un mal médico. Ni me lo he planteado, en la vida. Llevo a la ficción esa profesión con la mayor veracidad posible.

¿Cómo preparo el papel; visitó algún hospital, tuvo algún contacto con el Samur?

Al principio, para preparar el personaje, salí con los médicos del Samur dos o tres días; quería ver cómo interactúan, cómo se mueven. Quería ver lo que hace el médico, el enfermero?

¿Qué le pareció la experiencia?

Fue tremenda. Fue curiosa, te metes en un mundo del que no tienes ni idea. Un mundo que como espectador has visto en ficción. Me sorprendió la manera de actuar en una emergencia, de cómo controlan una situación que se le puede ir de las manos a cualquiera. Lo que más me llamó la atención es como todo queda en el anonimato.

¿Vio de cerca cómo se resuelve un caso real?

Sí, en una de ellas fuimos a una parada cardiaca. El médico le devolvió la vida a ese hombre que estaba allí inerte. Le sacó de la parada, le llevaron a la ambulancia, después le trasladaron al hospital y lo increíble es que ese hombre vive y no sabe quién le salvó la vida. La labor anónima del Samur es lo que realmente me dejó impresionado.

¿Cómo anda de proyectos?

Hasta julio estaré grabando Hospital central. Tengo junto con otros actores una compañía de teatro y acabamos de estrenar una obra nueva. Tenemos otra que está de gira. La semana próxima pondremos en escena otra que se llama Nuestra señora de la calle 121. Estamos cerrando el representarla en Bilbao. Nuestra compañía es pequeña, acaba de nacer como quien dice, hace dos años. Estamos echándole a todo esto mucha ilusión y muchas horas para sacar el proyecto adelante.

¿Imaginación en tiempo de crisis?

Imaginación siempre. Si no la hay, haya o no haya crisis, es imposible crear. No te queda otra. La crisis te obliga a trabajar más por menos dinero, pero siempre dentro de algo que te gusta, algo que te envenena y te enamora.

¿Cómo empezó?

Llevo bastante tiempo en esto. Empecé a trabajar en una sala de teatro, al poquito tiempo me empezaron a dar episodios en diferentes series; Periodistas, Aquí no hay quien viva. Como personaje fijo mi primer papel fue en una series que se llamaba La sopa boba; fui protagonista de El auténtico Rodrigo Leal, estuve en Con dos tacones, después llegó Hospital central? Ufff, cuántas cosas he hecho, no te das cuenta hasta que te pones a enumerar trabajos. La verdad, he tenido suerte.

¿Vocación de actor desde niño?

Nunca he tenido lo que se llama realmente vocación.

¿A qué le llama usted vocación?

A cuando tienes seis o siete años y sabes lo que realmente quieres hacer. Nunca he sabido lo que quería hacer. Eso va con mi modo de ver la vida. Nunca he sabido lo que quería hacer en un futuro, pero sí lo que quería hacer en ese momento. Estudié Educación Física en la universidad. Empecé a trabajar también en moda, pero ¿sabes por qué? Quería viajar. Acabé la licenciatura y empecé a viajar fuera; Londres, Paris, Nueva York y los lugares sagrados de la moda.

¿Se ha cansado de viajar?

No exactamente, pero al cuarto año de estar dando vueltas por ahí, me empezó a no motivar lo que estaba haciendo y se me empezó a despertar la curiosidad de experimentar con la interpretación. Recalé en Madrid, y una amiga me llevó a una sala de teatro y hasta el día de hoy. Creo en el día a día, no digo soy actor o soy médico y no puedo ser nada más. Creo que el ser humano puede ser muchas cosas.

Está en las listas de los actores más atractivos.

No lo sé, tendré que mirarme con más atención en el espejo; son las etiquetas que te ponen los demás. ¿Tú me ves de esa forma? Seguro que no, yo me veo normal, hay muchos actores más atractivos y más guapos, pero sales en la tele y te etiquetan, ¿no te parece?

Es una etiqueta que no se pone a todos los actores. ¿Es una ventaja o un problema para su profesión?

No voy a hacer de mi físico un hándicap. Sé que me van a dar papeles cliché y me digo: No lo pienses, hazlo lo mejor que puedas, sé el mejor haciendo eso y, poco a poco, a través del teatro, la gente podrá ver ese abanico de posibilidades que tienes. Eso es lo que me digo, es uno mismo quien se tiene que dar una oportunidad.

El físico encasilla, ¿lo siente usted así?

No me siento así. Soy consciente de lo que hago y por qué lo hago. Pero también soy consciente de que podría ir mucho más allá. Pero, como te he dicho, eso lo fomento a través del teatro. La tele es fantástica y te da muchas cosas, pero si no tuviera mi teatro y no potenciaría mi creatividad sería mucho más complicado.

Hombre de pasarela?

Que mal suena eso, ¿a dónde vamos por ahí?

¿Coqueto?

Lo justo. ¿Cremas? Me suelo echar por la mañana, por la noche. Tengo la piel fina y seca.

Al mundo de la moda le ponemos muchas etiquetas y no siempre en positivo.

En el mundo de la moda se dan todas las etiquetas en positivo y en negativo, pero como en cualquier oficio. Lo he vivido todo. Es un mundo muy divertido, también muy duro y hay mucha soledad.