NO sé por qué, pero no me creo eso del final que vienen anunciando en Pásalo. Es como si fuera una inocentada. Puede que sea por los precedentes humorísticos de Iñaki López que todo suene a sorna. Y más después de su última participación estelar en El conquistador del fin del mundo. Pero luego lo dice Adela, a la que mi cuñado, Alfredo de Oteiza, siempre me protesta que la mencione en segundo lugar (y ya veo que tiene toda la razón): "Hoy presentamos el primer programa de la última semana de Pásalo", dijo ayer Adela. Está claro que el Pásalo que ahora veíamos dista mucho del que llegó a ser a fuerza de ir sustituyendo a la gente políticamente incorrecta. Los que estudien el final de Pásalo y analicen los cambios de los personajes invitados verán algo muy parecido a los tiempos de la guillotina de Robespierre. El cambio de tertulianos según los colores del gobierno entrante es uno de los momentos más vergonzosos que puede sufrir un televisión pública. Es posible que esta herramienta sea válida y que estos comentarios sean de una ingenuidad alarmante. Ahora que la tertulia de la sobremesa se desvanece, habrá que decir, como la canción, que se acabó la razón "de tanto usarla". Veremos hasta qué punto, lo que venga, aporta algo o es una rama con la que borrar las huellas de lo que fue una tertulia abierta, representativa de la sociedad a la que se destinaba. Si durante años sufrimos en EITB aquellas tertulias donde se copiaba los personajes de la prensa del corazón que manejan el resto de las televisiones españolas, ahora volveremos a más de lo mismo. Por lo que he oído durante estos años a cientos de espectadores, a Adela y a Iñaki y a ese gran equipo: enhorabuena por cambiar radicalmente las tardes. Testigos de grandes siestas y bonitos sueños.