Para 2025, más de 1.200 millones de personas en el mundo tendrán más de 60 años de edad y cerca de las tres cuartas partes de ellas vivirán en países en vías de desarrollo. En España los/as mayores de 65 años son 9 millones y el Instituto Nacional de Estadística (INE) estima que en 2050, los/as mayores de 65 años estarán por encima del 30% de la población (casi 13 millones), de ellos, las personas octogenarias llegarán a ser más de 4 millones.

Con estos datos es obvio que si en el siglo pasado el reto principal fue la supervivencia, en el siglo XXVI será el de la calidad de vida.

Estamos abocados a vivir más años y, en consecuencia, a que aumente el número de personas con necesidades específicas de atención. Los retos de las soluciones residenciales no son ajenos a ello, y la tendencia a atender a las personas usuarias en base a las necesidades individuales va en aumento.

Los cambios demográficos y de mentalidad hacen que se incorporen al colectivo de la tercera edad personas que tienes condiciones y aspiraciones vitales muy distintas a las de sus padres. En las Residencias de Aríñez y Víllodas, por ejemplo, tienen muy presente esta idea y su forma de trabajar va encaminada a que cada persona sienta que la atención y la actividad se adecúa a las diferentes situaciones personales pero además, tienen un compromiso para que “el vínculo emocional entre paciente, familia y residencia sea lo más seguro, adaptado y positivo posible, en las circunstancias que se vivan en cada momento”.

La estancia continua es el principal servicio que realizan, pero también se presta el servicio de corta estancia (hasta 45 días continuado o en distintos periodos como respiro familiar). Cuentan también con un servicio de atención diurna que ofrece distintas posibilidades de uso (lunes a domingo, lunes a sábado o lunes a viernes) y cuyas personas usuarias realizan las mismas actividades y reciben los mismos cuidados que las residentes, excepto que no duermen y el desayuno que, por cuestión de respetar las pautas de medicación, lo deben realizar en casa. Si algo ha enseñado la crisis sanitaria de la covid-19 es que generar el entorno adecuado y el trato cuidadoso, seguro y lo más cercano posible son primordiales en estos ámbitos residenciales en estos tiempos.