Bilbao - El sexo es una de esas dimensiones sobre las que, a pesar de atravesarnos, desconocemos hasta nuestro propio desconocimiento. Con el fin de arrojar algo de luz sobre la materia, Laura Morán, psicóloga, sexóloga y terapeuta, acaba de publicar Orgas(mitos) (Editorial Next Door), un libro a través del que pretende educar y llenar ese vacío de conocimiento que muchas veces nos acompaña en relación a la sexualidad.
Acaba de publicar Orgas(mitos). ¿Quiere decir que hay orgasmos más grandes o intensos y otros más pequeñitos?
-(Risas) Sí, también, aunque el título no era por eso.
Pero no todos los orgasmos son iguales.
-Efectivamente, no todos son iguales y quien lo haya experimentado lo sabrá. Un orgasmo es la consecuencia última de la excitación sexual. Como no siempre tenemos el mismo nivel de excitación o estamos en la misma situación, a veces experimentamos orgasmitos y otras veces orgasmazos, independientemente de que en unas y otras ocasiones se estimule la misma zona.
Más allá de la intensidad del éxtasis, entiendo que el título del libro hace alusión a los mitos sobre el orgasmo.
-Así es. Casi todos recaen sobre el orgasmos femenino. Por ejemplo, en que hay diferentes tipos de orgasmos al margen de la intensidad de los mismos. La primera vez que se habló de esto fue en 1905, por Freud, y vino a decir que aquellas mujeres que no alcanzaban el orgasmo por penetración eran mujeres inmaduras y neuróticas. Es decir, aseguraba que las mujeres que tenían orgasmos estimulando el glande del clítoris eran infantiles y que el orgasmo como dios manda era el obtenido por la penetración. Posteriormente comenzó a proliferar el tema con las revistas femeninas y con el tiempo empezaron a hablar de cada vez más tipos de orgasmos.
¿Y de todo esto qué tiene que decir la ciencia?
-Todo lo que hay de esto se lo debemos a Barry Komisaruk. A través de sus experimentos ha demostrado que dependiendo de qué parte genital se estimule se activan diferentes zonas del cerebro, pero todas ellas dentro de la misma región. Esto se relaciona con los diferentes nervios a los que se conecta cada parte de los genitales. Por ejemplo, el clítoris lo hace a través del nervio pudendo y la vagina a través del pélvico. Pero insisto, todos ellos llevan a la misma región. Por tanto, ¿hay diferentes tipos de orgasmos? Yo animo a contestar que no, porque creo que es un peligro empezar a etiquetar el orgasmo a través de la vía por la que lo obtienes.
‘Peligro’ es una palabra muy grande.
-Sí, pero ciertamente lo es. Los seres humanos tendemos a coleccionar y me llegan muchas pacientes que están obsesionadas porque tienen orgasmos con la estimulación del clítoris pero no con la penetración. O si oyen que una amiga alcanza el orgasmo estimulándose los pezones se obsesionan con que ellas no alcanzan ese orgasmo pezonal. En estos casos, me gusta recurrir a las cosquillas como ejemplo: todos sabemos lo que son las cosquillas y las podemos tener en el cuello, en la cintura o en los pies, pero no por ello decimos cosquilla cinturil. Tienes cosquillas y punto. Y con el orgasmo es igual: es una experiencia inconfundible que se puede obtener a través de diferentes formas, sí, pero lo importante es esa experiencia y no tanto qué se estimula para lograrla.
¿Qué otros mitos circulan sobre el orgasmo?
-Principalmente, que nosotras somos lentas. Esto está ligado con que se nos ha dicho que el orgasmo más molón es aquel obtenido con la penetración vaginal, pero precisamente ese es uno de los más complicados de conseguir, porque no estimula directamente ese órgano que la naturaleza nos dio para obtener el orgasmo de forma más sencilla y eficaz: el clítoris. Entonces, la mujer no es lenta, porque puede orgasmar rápidamente, pero depende de qué se estimule, cómo se estimule y, por supuesto, también del grado de excitación.
Tengo entendido que también discurre sobre otros mitos, como aquellos relacionados con el deseo.
-Así es. Es muy importante distinguir que el deseo es algo muy complejo, una percepción más psicológica si se prefiere, mientras que la excitación es algo más físico: erección, alteración del ritmo cardíaco, etc. Sin embargo, mucha gente las confunde. Cuando a esta confusión se le añade a las mujeres problemas de deseo, intentan arreglarlo con una pastilla: con la mal llamada viagra femenina. Mal llamada porque mientras la viagra masculina influye en el sistema cardiovascular para propiciar la excitación, la femenina es un antidepresivo que influye en el sistema nervioso. Por tanto, se están mezclando churras y merinas; porque la viagra no facilita el deseo, solo facilita la excitación.
Vamos, que el deseo no se compra.
-No, no se vende en las farmacias. Hay que despertarlo.
¿Como un instinto?
-¡Para nada! Me fastidia mucho que se piense el deseo como algo instintivo. Es verdad que al igual que tenemos ganas de dormir, otras veces tenemos ganas de follar. Sin embargo, a diferencia de las conductas instintivas, hechas para la conservación y supervivencia del individuo, el deseo es importante pero no es necesario. Te mueres de no comer, te mueres de no dormir y te mueres de no beber agua, pero no te mueres por no follar.
¿Y cómo se despierta el deseo?
-Estimulando el cerebro. El cerebro es el órgano sexual más importante. Esperar a que te venga el deseo es algo gratuito y más cuando tenemos un ritmo de vida con cosas mucho más urgentes, porque como ya he dicho, no te mueres por no follar. Además, cuando me vienen pacientes con falta de deseo y me empiezan a explicar que tienen una situación difícil con su pareja o que en sus relaciones eróticas no practican las posturas que más les gustan por diferentes motivos, empiezan a entender por qué tienen esa falta y que eso no lo va a arreglar ninguna pastilla.
También habla en el libro del sexo como analgésico.
-Así es. Cuando experimentamos excitación y sobre todo orgasmos el cerebro libera endorfinas que bloquean los receptores del dolor, por lo que sirven como analgésico. Esto de no follar porque te duele la cabeza no tiene mucho sentido porque te vas a descongestionar si es que el dolor de cabeza es por congestión. Lo que igual no te viene bien es echar un polvo con mucho movimiento y muy pasional. Pero orgasmar viene muy bien para los dolores en general y ahí se incluyen los premenstruales.
Podría decirse que orgasmar es incluso recomendable.
-¡Totalmente! Lo que no es siempre tan recomendable es estar 30 minutos en una relación sexual o con una práctica con la que estás a disgusto, molesta o dolorosa. Orgasmar viene bien incluso para la alergia, porque descongestiona; de hecho, es mucho mejor que un antihistamínico.
Por hablar un poco también de ellos, ¿algún mito en particular?
-El de la eyaculación precoz. Existe, pero en los libros. Es un concepto nuevo del que se habla cuando se eyacula antes de un minuto y se experimenta de forma frustrante tanto por él como por su pareja. Pero hay quienes duran 20 minutos y dicen que son precoces. ¿Por qué? Porque precoz significa antes de. ¿Antes de qué? De que orgasme su pareja femenina, porque en parejas homosexuales no hay ese problema. ¿Y cuánto tiempo hace falta para que orgasme una mujer? No hay respuesta para esto. Por tanto, supeditar la eyaculación masculina al placer del orgasmo femenino no tiene mucho sentido. Más aún cuando la penetración es una de las técnicas más complejas para alcanzar el orgasmo femenino. Por eso nos gusta más hablar de eyaculación involuntaria en vez de eyaculación precoz; porque es más un tema de voluntad, de no eyacular en el momento que se desea, y eso sí que se puede entrenar.
Para terminar, ¿cuál es el mayor o al menos el más recurrente de todos los mitos?
-El tamaño. El tamaño no importa, al menos el del pene. Lo que importa es el tamaño del clítoris, que mide 10 centímetros, y casi nadie lo sabe.