donostia - Apenas quedan rastros de la celebración de la cumbre de G-7 este pasado fin de semana en Biarritz. El extraordinario dispositivo policial y militar ha desaparecido y las alertas a la población -especialmente a la de Biarrtiz a quienes en 72 horas prácticamente no se les ha permitido hacer nada- se han esfumado, al igual que los líderes mundiales. Pero a este lado de la muga, continúan sufriéndose los efectos del encuentro.

Y es que si el fin de semana ha estado marcado por la normalidad más absoluta en las carreteras, en las que no se ha producido ninguna complicación y el peaje de Biriatu ha sido uno de los puntos menos transitados de la geografía viaria guipuzcoana, la situación ha cambiado radicalmente desde la vuelta a esta relativa normalidad.

Si el lunes llegaron a registrarse atascos de hasta 8 kilómetros en este tramo de la AP-8, la situación continuó complicandose ayer y, para media tarde, las retenciones ya superaban los doce kilómetros. Unos atascos que también afectaron, aunque en menor medida a la variante de Irun ( a la carretera GI-636).

Se trata de una circunstancia que ya había sido advertida por los transportistas, que la pasada semana denunciaron que las restricciones en el tráfico (no pudieron cruzar la frontera entre las 6.00 horas del sábado y las 21.00 horas del domingo) iban a provocar precisamente el caos en las carreteras al ser reabiertas.

Ya de por sí, esta suele ser una semana complicada en lo que al tráfico se refiere, ya que a los profesionales de la carretera se les unen las miles de familias que realizan la Operación Retorno de vacaciones en coche. Especialmente aquellas procedentes de Marruecos y Portugal que tienen su destino en Francia y otros países de centroeuropa.

Se calcula que más de 170.000 vehículos cruzarán este fin de semana, por lo que es probable que las complicaciones continúen todavía varios días más