Imprimir piel es una realidad. Científicos españoles han creado una bioimpresora capaz de fabricar piel humana funcional. Se trata de los primeros órganos humanos vivos creados mediante impresión que acceden al mercado. La ciencia gana terreno a la ficción y aunque para los más profanos en estos mundos sea todavía difícil de asimilar hay casos prácticos que ya lo demuestran. Un acercamiento didáctico a este mundo es el encuentro que se celebra estos días en BEC donde es posible conocer las posibilidades más novedosas que ofrece la impresión en 3D.

La Euskal Encounter tiene un espacio reservado al área Harward donde la ciencia deja de ser ficción. Lo explica Xiber Aguilera, responsable de esta zona, que dá a conocer todas las posibilidades que ofrece imprimir en estas impresoras que parecen robots inteligentes al servicio de los informáticos.

En lo que lleva este encuentro que durará cuatro días han impreso ya 300 encargos. “Somos algo parecido a un telepizza. Los usuarios tienen un catálogo y eligen lo que quieren imprimir. Clican y nosotros -las impresoras- vamos preparando el pedido. Al cabo de cuatro o hasta diez horas, según la dificultad del modelo vienen a recogerlo”. Lo que más les piden son las figuras del desdentado, picachus y otros personajes de videojuegos.

Aguilera informa que una impresora 3D cuesta alrededor de 1.500 euros aunque hay versiones mucho más baratas. Su familiarización con este mundo hace fácil entender lo que para los iniciados es un futuro todavía lejano. “La gente imprime piezas de recambio, soportes de ventanas, útiles de cocina...”. Aguilera continúa explicando que hay un google de impresiones en 3D donde los artistas suben sus creaciones. “El concepto es que sea libre”.

Es cierto que se puede imprimir de todo, así que desde la fabricación de una moto, moda en 3D, comida o hasta una pistola ya es prácticamente posible casi todo. “En todo caso la comunidad 3D no es una comunidad pistolera aunque cada ser humano tengo su propia impronta”. Lo dice para neutralizar la mala praxis que también hay quien puede hacer de estas tecnologías.

El funcionamiento es como el de un horno que a 200 grados funde el material a partir del cual lo va modelando. El precio del material es menos caro de lo que el público piensa porque un saco de PLA, -un plástico biodegradable, que es el que se usa frecuentemente- puede costar entre 15 o 20 euros. Después intervienen la luz y los rayos ultravioletas que trabajan incluso el bronce.

Todavía no se ha llegado a introducir el vidrio, sin embargo explica que “se ha empezado a hacer material orgánico. Por ejemplo, una oreja es uno de los órganos más fácilmente reproducibles”. Otro de los campos en los que también se está introduciendo este tipo de impresión es en la comida aunque las impresoras son diferentes.

En cuanto al tamaño las impresoras también permiten imprimir en varios formatos. O sea que el producto puede resultar mayor o menor. En esta feria Aguilera ha aprovechado para imprimirse un artilugio que le permitirá llevar ordenadas monedas y otras cosas en el coche. También la carcasa de una tablet a la que después ha dotado de la memoria y funciona perfectamente. En su casa ya tiene dos impresoras 3D así que le queda mucho hacer.

Para quienes conocen este mundo es una cita más que obligada. Arantxa y Felipe son prueba de ello. Vecinos de La Mancha han aprovechado la luna de miel para acercarse al BEC. Arantxa se ha impreso un desdentado y Felipe un soporte para llevar las gafas en el coche. “Soy informática y el año pasado también estuve así que nos apetecía volver”, cuenta Arantxa. A los dos les apasiona este mundo. “Hemos leído que ya se hacen operaciones de columna con 3D”, revela Arantxa.

Esculturas Para Víctor Pardo, además de su hobbie es un profesión. Tiene una empresa de robótica e impresión en 3D y asegura que cada vez se hacen más piezas por este sistema. “Uno de los últimos usos es por parte de los escultores que imprimen piezas en las que luego trabajan”.

Lo más costoso de este sistema,según desvela, es el trabajo humano. “La preparación de la impresora para lo que se quiere imprimir. Puede llegar a realizarse en cuatro horas o en diez y depende también del tamaño de la pieza”. Como referencia dice que una pieza realizada en 4 horas puede costar 10 euros.

A Josu Barandaia siempre le gustó la robótica y los drones y aunque él tiene una empresa informática su tiempo libre lo dedica a este otro tipo de aficiones. Construyó su primer dron, se juntaron otros que como él compartían esta afición y después crearon la asociación con la que estos días participa en BEC.

La Euskal Encounter se celebra en el pabellón número 5 de la feria Internacional de Muestras desde el pasado jueves hasta hoy. Cuatro días en los que los 50.000 metros cuadrados que ocupa esta feria se han convertido en un mundo paralelo al exterior. Equipos sofisticados, usuarios absorbidos por la pantalla, jugadores, padres con sus hijos, amigos y gente variopinta de partes muy diferentes comparten una afición que merece la pena conocer. Ayer a la tarde el juego fue construir un robot, eso sí sin inteligencia.