donostia - Los rescates de montaña alcanzaron en 2018 en Euskadi la cifra más alta desde 1996. El año pasado se llevaron a cabo un total de 267 operativos de salvamento por accidente de senderistas, 189 más que hace 23 años, que sumados a los incidentes por pérdida en el monte ascienden a 388 activaciones al año, más de una al día. Estos datos avalan que la montaña se ha convertido ya “en un problema de salud pública” en la CAV, que hay que tomarse en serio.
Profesionales de la salud han realizado una investigación y han llegado a una conclusión: “atender in situ a las personas accidentadas antes de evacuarlas reduciría la tasa de mortalidad”, que en 2018 llegó a su cota más alta desde 1996. Así lo defiende uno de los investigadores, el profesor de la Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU, Sendoa Ballesteros, que asegura que el modelo en el que fijarse es el aragonés.
En esta comunidad autónoma incorporaron en el año 2000 a personal sanitario (médicos o enfermeros) en los helicópteros de rescate de la Guardia Civil y los resultados son evidentes. “Los aragoneses han reducido en más de un 60% la mortalidad en accidentes de montaña”, señala Ballesteros. Así, a pesar de ser la comunidad con más incidentes en el monte del Estado, puede presumir de ser la que menos tasa de mortalidad tiene.
crecimiento exponencial En Euskadi, los rescates de montaña fueron creciendo “escalonadamente” y, de pronto, de 2013 a 2014, “se incrementaron un 75%”, un ascenso que se ha mantenido a lo largo de los siguientes años. Ballesteros no sabe a qué responde este incremento, pero lo que está claro es que la ley de tasas introducida por el Gobierno Vasco en 2012, que derivaba el gasto del operativo al usuario, no ha logrado reducir los accidentes. “Ha sido un efecto totalmente contrario; la medida no ha funcionado”, señala este enfermero.
La causa principal de los accidentes de montaña en la CAV es un traumatismo producido por una caída. El montañero afectado generalmente es un hombre de unos 40 años de edad y la mayoría de los rescates se producen en lugares de difícil acceso, por lo que es necesario el uso de un helicóptero en el operativo.
Lo habitual es que la Ertzaintza rescate al herido y le traslade a un centro hospitalario o, en el mejor de los casos, realice la “transferencia” a un helicóptero de Osakidetza en una zona accesible. Por tanto, en la actualidad hay “una doble respuesta, un incremento del tiempo y del dinero y una molestia añadida al paciente”, señala este enfermero.
Los ertzainas tienen conocimientos de primeros auxilios, pero no de medicina de urgencias para poder atender a los heridos. Por ello, contar con sanitarios en los rescates puede ser clave para salvar a los afectados. “Lo que pedimos es que asumamos los modelos de otras comunidades que tienen un problema similar”, insiste Ballesteros, ya que de esta forma se podría “dar una asistencia sanitaria desde el minuto uno sin esperar a que sea evacuado al hospital”.
Aunque ya hay personal sanitario preparado para llevar a cabo este tipo de operativos, “no es un bien abundante”, por lo que Ballesteros recomienda introducir programas universitarios de formación específica. “Debe tener una amplia experiencia en el mundo de urgencias, emergencias o cuidados críticos y, además, competencias de montaña al menos suficientes para ser autónomo en maniobras de rescate vertical”, insiste este profesor.
‘Efecto decathlon y calleja’ La presencia de sanitarios se hace necesaria teniendo en cuenta que la afición de los vascos a la montaña está “cada vez más arraigada”. En Euskadi hay 34.000 personas federadas en los clubes, pero hasta 66.000 se acercan cada fin de semana al monte. Y hay dos efectos de curioso nombre, “el Decathlon y el Calleja”, que pueden convertir estas excursiones en una desgracia.
“Estos fenómenos televisivos y la proliferación de cadenas de material deportivo a bajo precio hacen que la gente se anime a ir a la montaña bien equipada, pero con una formación a veces deficiente, y eso es una bomba de relojería”, afirma Ballesteros. El senderista puede comprarse unos “crampones y un piolet para subir el Aneto o el Gorbea nevado”, pero eso no quiere decir que “sepan usarlo y pueda tener una caída”.
A pesar de los esfuerzos de las administraciones públicas en hacer campañas de sensibilización, lo cierto es que cada vez hay más accidentes y muchos de ellos se producen por “falta de material” o por “la impericia” del montañero, es decir, “por imprudencia”. Ante la gran cantidad de incidencias que existen en las montañas vascas, “la sanitarización” de los rescates se hace cada vez más imprescindible, defiende Ballesteros.