Vitoria - “Aunque pueda parecer lo contrario, en Euskadi la demanda es prácticamente nula”, ilustra Txema Bragado, responsable de Desarrollo de la firma vasca Lacroix Señalizaciones, líder europea en la fabricación e instalación de señales convencionales y en otras soluciones para el calmado del tráfico y la reducción de accidentes. Se refiere a los pedidos para ejecutar la sustitución de las planchas de limitación de velocidad (de 100 a 90 kilómetros por hora) en carreteras secundarias en vigor desde ayer con el propósito de frenar la gravedad de los miles de accidentes que ocurren en esos recorridos.

Bragado lo razona en su experiencia: las señales de limitación de velocidad genérica a 100 kilómetros por hora en carreteras convencionales de Euskadi es casi inexistente debido fundamentalmente a que la orografía y el tipo de vía ya limitan sobremanera la conducción. Tampoco en el Estado español será necesario intervenir en numerosos puntos -la DGT estima que un 6% de la red viaria- aunque como subrayaba el responsable de esta empresa ubicada en Zamudio, “la demanda es algo mayor”. Tal y como confirmaba Bernard Canoen (director de Lacroix), “según la información que tenemos, el número que habrá que sustituir no es muy elevado” en comparación con el volumen de señales fabricadas a lo largo del año: más de 60.000 unidades, detallaba.

En concreto, según datos a los que ha tenido acceso DNA, esas labores de modificación afectarán a poco más de 90 kilómetros de asfalto de la red secundaria vasca, mayoritariamente en Araba: 84 kilómetros distribuidos en ocho tramos. En Gipuzkoa serán 6,5 kilómetros correspondientes a una sola vía, la N-121A entre Irun y Endarlatza. Y en Bizkaia, la medida no afectará a ningún tramo de carretera, confirmaban fuentes forales. Tampoco en Cantabria han tenido que sustituir señales porque en ninguna convencional se podía circular ya a más de 90 kilómetros por hora.

En cuanto a la medida adoptada por la DGT, la directora de Tráfico del Gobierno Vasco, Sonia Díaz de Corcuera, manifestaba a DNA que “todas las medidas pensadas para reducir la accidentalidad son bienvenidas pero no podemos adoptar medidas aisladas ni homogeneizadas para todos los territorios”. Asimismo, subrayaba que este tipo de acciones deben ir acompañadas de políticas de formación, sensibilización y prevención.

En este sentido, Díaz de Corcuera puso en valor las “políticas activas” desarrolladas por la propia Dirección de Tráfico y también las firmadas por las diputaciones forales y su “constante inversión” en la mejora de las infraestructuras. No se olvidó de la ciudadanía, cada vez más concienciada, y la renovación del parque automovilístico.