bilbao - Hoy se cumplen cuarenta años de que entrase en vigor la legalización de la homosexualidad en el Estado español, pero cuatro décadas después la misma generación de personas que sufrió aquella represión legal y policial sigue hoy luchando contra otro tipo de discriminación y prejuicios. La tercera edad también aguarda días difíciles para las personas LGBTI, tal y como lamenta José Ignacio Sánchez, directivo de la asociación Zaharrok.

Los colectivosEHGAM y Aldarte editaron un libro titulado Miradas indiscretas en el que se recogían testimonios en primera persona de hombres y mujeres que habían participado en el activismo por los derechos LGBTI. “Vimos que se estaban perdiendo los testimonios de muchas personas”, recuerda José Ignacio, “y nos dimos cuenta de que hay mucha gente que está sola, que tiene que afrontar la recta final de sus vidas en soledad porque no se han casado, porque no tienen familia o por veinte mil razones. Y pensamos que sería bueno hacer una asociación que los amparase”. Y así nació Zaharrok.

Este colectivo ha puesto en marcha unas reuniones abiertas, que se organizan cada quince días, en las que diversas personas acuden a exponer sus miedos, temores y problemas. “Hay algunos que incluso no habían salido del armario”, advierte Sánchez. Pero las inquietudes de Zaharrok van más allá y quieren ampliar su trabajo a las residencias y centros de día. “Nos enteramos de que hay gays que, por circunstancias, están en residencias y que están volviendo al armario”. Las residencias y centros para la tercera edad no parecen ofrecer toda la comprensión y respeto necesarios hacia el colectivo LGBTI: “Creo que se trata de un problema educacional. Una de las cosas que queremos trabajar con la Diputación es un plan de educación hacia los cuidadores, celadores y demás profesionales de las residencias para que, si detectan algún tipo de homofobia, lesbofobia o cualquier tipo de agresión sepan de dónde viene y cómo educar a la gente con la que está viviendo el afectado”.

José Ignacio Sánchez no carga contra las personas mayores que conviven en las residencias. “Hay algunos que tienen mucha pluma y los compañeros que están alrededor son a veces personas que tienen una mochila homófoba”, detalla a DNA, “no porque ellos sean homófobos, sino porque su educación ha sido homófoba”.

Zaharrok se creó hace poco más de un año, pero ha sido recientemente cuando ha empezado a poner en marcha sus proyectos. “Estamos empezando poco a poco”, confirma Sánchez, “hemos tenido contactos con la Diputación Foral de Bizkaia, de quien dependen las residencias, y la acogida ha sido muy buena. Con el Ayuntamiento de Bilbao también queremos hablar sobre los centros de día, para poder acudir a ellos con algunas charlas y actividades”.

En cualquier caso, desde Zaharrok advierten de que no trabajan para la creación de nuevos espacios para las personas LGBTI: “Lo que no pretendemos, ni hemos pretendido, ni pretenderemos es crear residencias o centros de día para gays o lesbianas, porque eso es crear guetos. Nosotros lo que queremos hacer es vivir y convivir con todo el mundo alrededor y que respeten nuestra diferencia como nosotros respetamos a ellos”.

“No es protección” En Euskadi y en Bizkaia existe un espeso tejido asociativo en cuanto a colectivos LGBTI se refiere, pero hasta ahora nadie había abordado de forma tan directa la problemática de las personas LGBTI de la tercera edad. “Es una cosa que estamos empezando y llama la atención de otros grupos, porque todos vamos hacia ahí delante”, confirma José Ignacio. Y a pesar de lo que pudiera parecer, el dirigente de Zaharrok asegura que “no es para protegerlos, no es una cuestión de protección. Es una cuestión de que sepan que para defender sus derechos estamos nosotros”.

El objetivo es facilitar a los mayores que puedan vivir sin que tengan reparos a expresar su orientación sexual. “Es difícil ser gay en la vejez”, asegura Sánchez, “los heteros lo tienen más fácil. En esta sociedad a los 65 años sexualmente ya no eres válido. Pero la gente es activa todavía a los 65 y 75 años. No hay una discriminación muy grande respecto a parejas, pero a un gay de 70 años le es muy difícil ligar. Es difícil porque hay muchos que no han salido del armario, se han ocultado o no han querido hacerlo público. ¿Y ahora esa gente dónde está?”.

Desde Zaharrok apuntan a una problemática social que afecta a toda la tercera edad. “Ser viejo es ser inservible”, protesta José Ignacio, “se hacen programas de centros de día, un Bilbao muy friendly para los mayores, pero se está quedando mucho en palabras más que en acciones. Se piensa en fiestas, conciertos y cosas para gente joven y la gente mayor está relegada. Las personas mayores siguen siendo válidas, tanto socialmente como sexualmente. Siguen siendo personas. Toda la sociedad oculta a los mayores. Lo que hay que hacer es visibilizar a esos mayores. Y Zaharrok quiere visibilizar a los mayores gays, lesbianas, transexuales, etcétera”.