donostia - Tras meses de tribulación, la jornada de mañana se antoja decisiva para que el Aita Mari zarpe finalmente al Mediterráneo central cumpliendo el cometido para el que fue concebido. El drama se ha ido diluyendo en el tiempo y va dejando de ser noticia, pero muchas personas siguen muriendo en el mar. Ni las más bajas temperaturas arredran a miles de inmigrantes que arriesgan sus vidas a bordo de botes, como se ha comprobado esta semana con el rescate de 300 personas en el mar de Alboran. El viejo pesquero de Getaria quiere ser por fin una tabla de salvación. “Ahora mismo no hay testigos de todo ello, pero estas personas siguen muriendo”, lamenta Iñigo Mijangos, presidente de la ONG guipuzcoana Salvamento Marítimo Humanitario, que aguarda expectante a la jornada de mañana.

Tras la prueba de Salud Marítima a la que será sometido hoy el buque, examen que no hace presuponer anomalía alguna, mañana aguarda la prueba de fuego: la inspección de “bandera blanca”. Capitanía Marítima de Pasaia comprobará que el barco cumple con los requerimientos de las convenciones internacionales revisando, entre otros, todos los certificados, alarmas y cartas de navegación. “Si todo marcha con arreglo a lo previsto, nos encantaría zarpar el mismo lunes”, avanza Mijangos, que apela a la prudencia a la espera de que la inspección verifique la competencia del capitán y de los oficiales a bordo.

Los deberes están hechos y confían en que el barco, que tiene 32 metros de eslora y una capacidad para acoger a 150 inmigrantes, pueda zarpar desde Pasaia la semana que viene. Tan inminente es la partida que la estiba, con todos los alimentos y recursos necesarios para esta primera misión, se llevará a cabo entre el viernes y el sábado.

La tripulación, conformada por siete profesionales y un número de voluntarios aún por determinar, agota los últimos días en tierra con la ilusión de estar llegando al final de una larga travesía burocrática. Un eterno compás de espera que acabó dando el salto al Congreso de los Diputados, donde fue interpelado el Gobierno debido a la tardanza en recibir el visto bueno, y que motivó también una recogida de firmas masiva.

Si todo sale como se espera, el Aita Mari zarpará la semana que viene con destino a Bilbao, donde el barco atracará. Será un jornada de puertas abiertas para que la ciudadanía pueda conocer este proyecto humanitario que cuenta con un respaldo económico de 400.000 euros del Gobierno Vasco. A partir de ahí la travesía del buque proseguirá hacia el sur. Aunque todavía no ha sido designado, probablemente sea el de Tarragona o Mallorca el puerto donde el viejo pesquero remozado repostará combustible por última vez antes de bajar al Estrecho de Gibraltar para dirigirse desde ahí al Mediterráneo central, en concreto, a la zona de búsqueda y rescate SAR (por sus siglas en inglés, Search And Rescue).

Las previsiones apuntan a que el Aita Mari podría estar navegando cerca de las costas de Libia a finales de mes, convirtiéndose así en testigo directo de un drama del que cada vez hay menos referencias. “Ahora mismo no hay ninguna embarcación en la zona, y tenemos constancia de que los botes siguen saliendo. Hay quienes son devueltos por los guardacostas de Libia, pero también hay muchas muertes, a pesar de que reine en todo el momento el silencio”.

Así lo atestiguan los pocos barcos que surcan las aguas. La ONG Sea Watch ha sido la última en hacerlo, alertando del estado de salud y psicológico de algunos de los 32 inmigrantes que permanecen desde el pasado 22 de diciembre embarcados en medio del Mediterráneo, a la espera de un puerto seguro. “A bordo de (la nave) estamos registrando episodios de personas que rechazan la comida. Tememos que su estado psicológico y de salud pueda empeorar sensiblemente”, alerta la organización humanitaria en Twitter.

El buque Open Arms es otro de los pocos testigos. Este barco finalmente consiguió atracar en Algeciras con más de 300 migrantes a bordo que la ONG rescató de tres barcazas frente a las costas de Libia. La tripulación del Aita Mari sabe que se va a encontrar con un escenario similar, y quiere prepararse. Para ello, miembros de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario se reunieron ayer con abogados y expertos en Derecho Internacional. “Sigue sin haber un sistema de desembarco normalizado. La legislación internacional dice claramente que, tras un rescate, cada país tiene que garantizar el puerto seguro más cercano, pero es algo que no está ocurriendo”, denuncian.