Estómagos llenos y bolsillos vacíos. Ese podría ser el resumen fácil y rápido de la situación de muchas personas este 7 de enero después de casi tres semanas de excesos navideños. La vuelta al trabajo o a clase marca el regreso a una normalidad que para muchos ciudadanos vascos habrá arrancado hoy desayunando el último trozo de rosco de reyes y enumerando esos buenos propósitos -adelgazar, dejar de fumar, ir al gimnasio...- que nos planteamos en Año Nuevo pero que aparcamos “hasta después de Reyes”.
Para la mayoría de los vascos las semanas pasadas han sido una consecución de comidas copiosas, brindis, celebraciones, reuniones y compras. Unas actividades que dejan su rastro en cuerpos y cuentas y que, a pesar de todo, se sobrellevan con alegría y optimismo. Aunque muchas personas afirman que cada vez se cae menos en los excesos de las comidas pantagruélicas y exageradas, de beber alcohol a chorro y de comprar como locos, la Navidad sigue siendo un espacio temporal especial en el que la mayoría sale de la rutina alimenticia y de consumo. Juan María y María Antonia echan de menos las navidades tradicionales y opinan que “lo de ahora es un disparate”. “Se han perdido las tradiciones, las costumbres más caseras, podríamos decir, y ahora todas las celebraciones son a base de consumo, de salir y de gastar”, afirma Juan María. Esta pareja bilbaína espera que hoy las familias “vuelvan a la normalidad” y se den por finalizadas las jornadas de compras e intercambio de regalos, “claro que aún quedan las rebajas”, reflexiona María Antonia.
En cuanto a las actividades especiales y la ausencia de horarios, Zohar-tze señala que a ella no le afectan “porque ya me incorporé al trabajo hace dos semanas y solo la Nochebuena y la Nochevieja han sido un poco diferentes, el resto no ha variado mucho respecto a los días normales”. Reconoce que las comidas y las cenas suelen marcar la diferencia de la Navidad con otras épocas del año, porque “intentas llegar a todo lo que organizan familiares, amigos y compañeros” y es precisamente ahí, en esas citas gastronómicas donde ha cometido los famosos excesos navideños “de comer y beber”. ¿Y los gastos? Pues también. “Sí -dice Zohartze- con eso del Olen-tzero he gastado más y ya tengo ganas de volver a la normalidad”.
Vivi, que tiene un comercio en Lekeitio y ayer paseaba por Bilbao con sus hijos, dice que “la vuelta de los niños a clase y el comienzo de las rebajas en la tienda marcan el fin de las fiestas”. En opinión de esta boliviana afincada en Euskadi desde hace 13 años “las Navidades sirven para darte algún capricho y hacer cosas especiales”. Reconoce que durante las fiestas “se come un montón” pero no tanto como para tener que ponerse a dieta. “Lo llevamos bien”, dice antes de explicar que “el gran regalo de esta Navidad” ha sido pasar las fiestas fuera.
Mientras muchos ciudadanos se mentalizan para despedirse de los fritos, fiambres y mariscos durante un tiempo, hay otra consecuencia del fin de la Navidad que acecha en los hogares: hay que recoger los adornos, desmontar el árbol, desenchufar las luces y guardarlo todo. Ánimo y buena suerte.