Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá en los valles bearneses de Aspe y Ossau después del fiero e inusitado acto de protesta llevado a cabo este pasado 29 de agosto en la localidad de Etsaut, cuyas calles fueron, literalmente, teñidas con sangre y vísceras de corderos muertos. Esta contundente declaración de intenciones, firmada por la Confederación Campesina y apoyada por centenares de personas, no ha sido más que la crónica anunciada de una enérgica oposición a la promesa defendida por el exministro galo de Transición Ecología, Nicolas Hulot, de introducir un par de osas eslovenas en esta zona pirenaica.

La salida del Ejecutivo de Macron de este líder ambientalista francés -desencantado de la política por la imposibilidad de dar la puntilla al modelo que está contribuyendo a agotar los recursos naturales- abre una veta para la esperanza de esos centenares de familias vinculadas directamente al pastoreo de ovejas, del ganado y la apicultura en el Bearn y en puntos de Euskal Herria. No en vano, el Gobierno navarro ya ha activado un grupo de trabajo con ganaderos del Pirineo ante la posibilidad -creíble- de que esas dos osas eslovenas y Neré (un macho de 21 años) y su cachorro Cannellito -los dos únicos plantígrados asentados en el Pirineo Occidental- se dejen caer por el valle del Roncal. La última huella de un plantígrado en tierras navarras data de julio del año pasado en la zona de Belagua.

Los planes de las autoridades francesas apuntan a este mes de septiembre para proceder a la suelta de esas dos hembras. Nada más ha trascendido sobre la fecha o el lugar donde se liberaría a esos animales. Eso sí, la emancipación de las dos hembras no podría retrasarse más en el tiempo debido a que esa época previa a la hibernación es clave para la supervivencia de la especie. Además, el Plan Oso 2018-2028 diseñado en su tiempo por el gabinete del dimitido Hulot, fija esta época del año como la ideal. Nada decía esa hoja de ruta del Gobierno francés sobre el difícil equilibrio entre el medio ambiente y el medio rural.

El objetivo del citado plan -de carácter integral ya que se refiere al conjunto de los Pirineos- es aumentar la población de osos en la franja pirenaica que se extiende del noreste de Nafarroa hasta Catalunya pasando por el valle de Arán, Andorra y los departamentos del sur de Francia. El último recuento de las autoridades galas daba 43 ejemplares y en los próximos meses la cifra podría elevarse hasta el medio centenar. Desde la Confederación Campesina insistían en tachar de “inaceptable” que el Ejecutivo galo diseñara ese plan “sin concertación”. Con todo, la oposición de pastores, ganaderos y apicultores se mantiene firme y ya se habla incluso de organizar batidas para asustar a los osos, cuyos ataques a rebaños han crecido en los últimos tiempos. En Ariège, otro departamento de Pirineos, se han más que duplicado desde 2016: casi 400 animales de granja muertos.