madrid - El 20 de agosto de 2008 el vuelo JK5022 de Spanair, que cubría la ruta Madrid-Gran Canaria, se estrelló poco después de despegar en el aeropuerto de Madrid-Barajas protagonizando una de las tragedias aéreas más graves en España, en la que fallecieron 154 personas y otras 18 resultaron heridas.El siniestro supuso el principio del fin de la aerolínea, ya que agravó sus problemas económicos, que la llevaron a la quiebra tres años y medio después a pesar de un cambio de propietarios.
Pese al cierre de la causa judicial hace ahora seis años, la Asociación de Afectados del Vuelo JK5022 continúa luchando para que diez años después de la tragedia aérea más grave de los últimos 30 años en España -la peor hasta la fecha fue el choque de dos aviones en Los Rodeos (hoy llamado Tenerife Norte) en 1977 donde fallecieron 583 personas-, lo ocurrido sirva para el reconocimiento de los derechos de afectados de accidentes aéreos y, sobre todo, se elimine cualquier falla en el sistema de aviación civil.
Los afectados confían en que en la Comisión de Investigación del accidente del vuelo JK5022 -que echó a andar en el Congreso el pasado mes de julio y se retomará en septiembre- contribuya a depurar responsabilidades y a arrojar luz sobre las circunstancias del accidente que contribuyan a “remover un sistema que, a pesar de 154 muertes, no se ha puesto en revisión”.
En un documental, elaborado tras más de tres años de investigación, la asociación denuncia los fallos del informe de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC) y reclama reformas a la hora de investigar este tipo de accidentes y los protocolos de aviación.
mejoras en asistencia De momento, las primeras comparecencias han dejado claro que la movilización de los afectados y sus reclamaciones están detrás de las principales mejoras en asistencia a víctimas y que Spanair no estuvo a la altura al no mostrar sensibilidad y proporcionar la lista de pasajeros con celeridad.
El fallo técnico del accidente del sistema de advertencia sonoro (TOWS) del avión de Spanair no podía detectarse al renovar su certificado de aeronavegabilidad, pues no era un requisito esencial para los MD-82, un modelo que protagonizó otro accidente en Detroit en 1987 con muchas similitudes con el de Spanair -con el sistema de alarma y los flags no desplegados que se saldó también con 154 víctimas- y en Lanzarote en 2007.
Boeing defiende que no se concluyó que el sistema sonoro fuera el culpable. Según la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC) fue “contribuyente, no determinante”, aunque asegura que los investigadores siguen “frustrados” por no saber qué falló. Los pilotos del vuelo de Lanzarote detectaron que el avión volaba en pérdida y rectificaron, mientras que los de Spanair no lo hicieron.
demanda de documentación Según Barajas, el tiempo de respuesta fue “razonable”, la orografía no afectó al operativo -aunque no se habían realizado todavía simulacros en la zona del arroyo- y la principal causa de la compleja asistencia a heridos fue la deflagración. Los afectados sin embargo consideran que fue “caótico”, lamentan que no se haya aceptado ninguna responsabilidad, que comparecientes no recordaran muchos aspectos y que el fabricante se negara a aportar pruebas para comprobar si existía un fallo de diseño obviado en la investigación. Por ello, han pedido la desclasificación del expediente de la CIAIAC sobre el accidente para acceder a la documentación que el Estado, el fabricante, compañía aérea y aseguradora conocieron como parte implicada, demanda que la Audiencia Nacional ha admitido a trámite. - E.P./Efe