Entre máquinas, cables y ordenadores. Así pasan los días Marta, Nerea y Ainara, tres vizcaínas con tres historias diferentes que convergen en un mismo punto: la Formación Profesional (FP) en el mundo de la industria. Cada una de ellas llegó a los grados que ofrece Salesianos Deusto movidas por distintos motivos, pero todas ellas con la vista puesta en el futuro: “Si la industria avanza, nosotras también”. Estas son sus historias.

De la universidad a la Formación Profesional

Universidad o Formación Profesional. Ese es uno de los grandes dilemas a los que se enfrentan los jóvenes bachilleres a día de hoy. Como ellos, Marta Ortiz también vivió ese momento y tomó una decisión: optó por la universidad. Tras mucho estudio y esfuerzo, logró su tan ansiado título de Ingeniería Técnica, pero lo que no siempre se cuenta es que la maratón no termina con la carrera universitaria. Como poco, se alarga hasta que se encuentra un empleo digno y estable y si está relacionado con la materia en la que uno se ha especializado, mejor. Pero esta competición -laboral- a Marta se le ha hecho cuesta arriba: “Me pilló la crisis de por medio y no he podido trabajar”.

Aun así, esta bilbaína, afincada en Deusto, no se rinde. A sus 34 años, sabe lo que le gusta y a lo que quiere dedicarse, algo que sus últimos empleos -el último de panadera- le han dejado muy presente. Por eso, decidida a aprovechar sus capacidades y su título universitario, ocho años después de terminar la carrera está actualizándose a través de una FP en Mantenimiento Electrónico. ¿Quién dijo que la universidad y la Formación Profesional no eran complementarios?

Tras haber estado en ambos ámbitos educativos, Marta asegura que la FP exige una dedicación continua y una asistencia obligatoria, pero destaca positivamente que eso ayuda a que sea mucho más práctica. “Es la parte bonita: ves las cosas reales, no tan teórico todo”. En contraposición a la universidad, también le gusta el trato cercano y el “buen rollo” entre el alumnado y el profesorado -“somos como una pequeña familia”-, pero sobre todo lo que le motiva es que quien acaba una FP encuentra trabajo seguro: “El porcentaje de empleabilidad es altísimo y son trabajos con buenas condiciones laborales, tal y como están las cosas”.

Con la vista puesta en trabajar en una empresa que se dedique a la electrónica, como muchas del Parque Tecnológico de Zamudio, Marta es una de las pocas mujeres que ha optado por esta vía. Precisamente, de los doce integrantes de su clase ella es la única chica. ¿Por qué? “No se fomenta la Formación Profesional en general y, por lo tanto, mucho menos en las chicas”.

La universidad siempre está ahí

A diferencia de Marta, Nerea tomó la decisión de estudiar directamente una FP. Concretamente, optó por el grado de Automatización y Robótica industrial que se encuentra cursando en la actualidad. El principal motivo: formarse en algo práctico. “Tenía la idea de hacer alguna ingeniería, pero no quería seguir estudiando y como mi hermano iba a empezar una FP decidí tirar por lo práctico”.

El que apenas hubiera mujeres estudiando Formación Profesional no la amedrentó. Nerea es la única chica en una clase de 18 alumnos y ha podido comprobar en primera persona que mujeres y hombres pueden aportar lo mismo en el sector industrial. En gran parte, opina que esta escasa representación del sexo femenino es consecuencia de una falta de referentes en este sector. “Por eso quiero demostrar que somos capaces de tirar por aquí”.

Tras llevar un tiempo trabajando con sus manos, esta getxotarra de 19 años no se arrepiente. “Es una satisfacción ver que las cosas funcionan y, cuando no, pelearse un poco hasta conseguirlo”. Además, asegura que es bastante fácil interiorizar los conceptos, ya que la teoría que estudian la aplican al día siguiente o esa misma tarde. Todo ello hace que tenga claro su futuro: “Me veo en una empresa programando y cableando”. Sin embargo, asegura que tampoco se cierra puertas y que “la uni siempre está ahí”.

La automatización como oportunidad

“Hay mucha gente con carrera sirviendo cervezas, mientras que en FP trabajamos de lo nuestro”. Así de rotunda se muestra Ainara, una bilbaína de 32 años afincada en Miribilla que se encuentra estudiando Programación de la producción. Ve en la Industria 4.0 y en la automatización una gran oportunidad para ella y su deseo es trabajar con esas máquinas que hacen que cualquier fábrica “parezca la NASA”. “Aunque la industria se automatice, alguien tendrá que programar las máquinas, mantenerlas, cambiar las piezas, etc., y yo espero estar entre esas personas”.

Es la única chica de una clase de 24, pero asegura que la tratan estupendamente y que en su caso incluso le dan una trato de favor. “Nuestros compañeros nos ven más responsables y piensan que les vamos a cuidar mejor de lo que se cuidan entre ellos; se fían de nosotras”. De ahí que terminara siendo la delegada de la clase, algo que asegura es habitual en la FP cuando hay alguna mujer en el aula.

Al igual que Marta, ella también ha pasado por la universidad y en su caso ve la FP como un paso práctico tras la academia: “En la universidad hay mucha teoría y te enseñan cómo hacer las cosas, pero no cómo son, porque no estás allí”. Por eso, considera ventajoso hacer una carrera y después una FP, pero también valora positivamente el camino contrario: “Como paso previo a la universidad, una FP te ofrece la oportunidad de ver la realidad dónde está”. Sea una u otra la carrera profesional que se haya elegido, Ainara lo tiene claro: una FP siempre suma.

A sus 34 años, esta bilbaína afincada en Deusto y con una Ingeniería Técnica no se rinde y busca a través de la Formación Profesional la oportunidad laboral que su título universitario nunca le dio.

Natural de Bilbao, también ha pasado por la universidad y ve en la FP y en la Industria 4.0 la vía para reinventarse y trabajar con esas máquinas que hacen que cualquier fábrica “parezca la NASA”.

Una formación práctica. Eso es lo que llevó a esta getxotarra de 19 años a cursar una FP. Se ve programando y cableando en una empresa, pero asegura que tampoco se cierra puertas y que “la uni siempre está ahí”.