Cuando la auxiliar y la fisioterapeuta de Markel Uzquiano, un niño de siete años con parálisis cerebral, vieron la necesidad de que el menor tuviera un gateador para mejorar su autonomía y su psicomotricidad, su colegio, La Salle Berrozpe de Andoain, lo tuvo claro. Los propios alumnos de Formación Profesional de Soldadura y Calderería del centro serían los encargados de construírselo. “Era un reto, no solo a nivel educativo, sino también personal. Ver que con nuestra ayuda podíamos hacer mucho por él”, asegura Aitor Ibarguren, uno de los profesores encargados del proyecto.
Tres semanas después, Markel ya tiene su andador dispuesto para “escaparse por el pasillo” o “por la puerta de la escuela”. Markel padece parálisis cerebral tetraparesia distónica pura, lo que le obliga a moverse en una silla de ruedas. No obstante, eso jamás le ha impedido ser uno más en la clase y hasta jugar al fútbol y hacer surf. Así lo indican las ruedas de su silla, en las que el propio Markel está surfeando en una imagen. “Es un niño muy inquieto, que no para, y eso ayuda muchísimo a la hora de integrarse”, afirma Mertxe Zapiain, directora de la escuela.
La implicación del centro con el joven es tal que cuando surgió la necesidad de un gateador para Markel no pasaron ni 24 horas antes de que los profesores de la Formación Profesional aceptaran construírselo. El responsable de Educación Primaria de la escuela, Aitor Azurmendi, fue quien tuvo la idea y quien se puso en contacto con los maestros. “Si ya teníamos el material y los alumnos dispuestos a hacerlo, ¿por qué no íbamos a intentarlo?”, se pregunta.
“Los de segundo de Soldadura acababan de hacer unas taquillas, así que cuando les dijimos que lo siguiente era un gateador, no se lo tomaron muy bien”, explica Iban Arocena, otro de los profesores implicados. Sin embargo, todo cambió en cuanto conocieron a Markel. “Ayudarle directamente ha sido una experiencia muy bonita que ha ido más allá de lo que es la propia escuela”, asegura Erik García, uno de los alumnos de segundo de Soldadura que trabajó en el proyecto. Irene Fuentes lo corrobora. “No solo nos hemos informado de cómo hacer un andador, también lo hemos hecho de las diferentes parálisis que existen y de las dificultades que pueden tener”, añade.
Los estudiantes tuvieron su primer contacto con un gateador por Internet. Tras recopilar toda la información disponible, diseñaron varios bocetos a través de un sistema informático y se repartieron en grupos para hacer ocho prototipos diferentes, de los que se seleccionaría el ideal. En total, participaron 24 alumnos de primero y segundo, entremezclados en los grupos, para así enriquecerse unos a otros.
Con la colaboración del propio Markel, dispuesto a ayudar en todas las pruebas -“cuando se pone el gateador se excita y va a tope”-, los alumnos elaboraron el prototipo definitivo en un plazo de tres semanas. Un andador único, puesto que está construido específicamente para él. “Vimos que por la zona se vendían por 1.000 euros, 6.000 o 7.000 si lo tenían que traer desde el extranjero. Este ha sido construido con el material que ya teníamos y pensado exclusivamente para las condiciones de Markel”, apunta Ibarguren. “Somos unas máquinas”, añade entre risas su alumno Erik.
“Era un reto aplicado a la realidad”
El aparato fue ajustado a las medidas exactas del menor. El niño se cuelga de un arnés que le posibilita caminar apoyando las manos y los pies. “Ya puede estar a régimen, porque aguanta hasta 75 kilos”, comenta en broma Mikel Adrián, otro de los profesores, al tiempo que añade que el gateador puede modificarse con los años, adaptándose así a las circunstancias de Markel según su necesidad. “Además, como sabíamos que es muy aficionado a la Real Sociedad, se lo quisimos pintar de blanco y azul, aunque solo hemos tenido tiempo para el blanco”, relata Irene. El propio club, al conocer el caso de Markel, quiso aportar su granito de arena y envió una camiseta para el niño, que en las próximas semanas estará acompañada de las firmas de los jugadores, sobre todo de Willian José. “Es mi preferido”, indica tímido Markel.
Quien va a notar de primera mano los beneficios del gateador es, aparte del propio chaval, su auxiliar desde hace cuatro años, Eli Gararza. “Tendrá que entrenar un montón para cogerle el truco, pero va a venirle muy bien, no solo para desplazarse y sentirse más autónomo, sino también para su coordinación”, cuenta Gararza, quien añade que gracias a él, Markel mejorará hasta su escritura.
El responsable de Primaria del centro también lo ve así y observa que su psicomotricidad irá aumentando en cada etapa educativa. Hasta hace poco tiempo, Markel utilizaba un triciclo adaptado, pero era demasiado grande y no pasaba por las puertas. Con el nuevo andador podrá participar en la clase sin problemas. “El gateador era un reto aplicado a la realidad. Esto es, no es un proyecto que hacen en soldadura y se va a la chatarra. Aquí había un aliciente, el uso que iba a darle el chaval era un extra de motivación”, asegura la directora del centro.
Zapiain explica que la escuela “trabaja por la integración y trata de dar respuestas a todas las necesidades de Markel”. Asimismo, La Salle Berrozpe cuenta con la metodología Ethazi, que trata de que los alumnos pongan soluciones a diferentes problemas por ellos mismos repartiéndose el trabajo. El proyecto del gateador se ajusta a esa condición. Finalmente, los profesores y los alumnos participantes se mostraron entusiasmados con el resultado final, del que aseguran han aprendido mucho más que construir un gateador.
“Hemos pasado del ámbito profesional al personal y eso ha sido lo mejor del todo”, concluyen con una sonrisa.