MADRID. En concreto, el trabajo, en el que se alude a los resultados del estudio 'ANIBES', pone de manifiesto que los adultos son el colectivo que más realiza un desayuno incompleto (39%), seguido de los adolescentes y adultos mayores (35%) y los niños (22%).
Se considera un desayuno completo el que aporta más del 20 por ciento de la energía total que se necesita al día y que contiene tres o más grupos de alimentos. En este sentido, tal y como ha informado el presidente de la FEN,
Gregorio Varela Moreiras, se ha comprobado que la población española no alcanza la ingesta de energía recomendada durante el desayuno (16,7%), observándose un mayor aporte de energía en niños y adolescentes por parte de los azúcares añadidos y los ácidos grasos saturados y, en el caso de los adultos mayores, de hidratos de carbono complejos (almidones) y ácidos grados monoinsaturados.
Concretamente, el 75 por ciento de los niños de 9 a 12 años consume chocolates en el desayuno, el 59 por ciento bollería y pastelería, el 48 por ciento leche entera, el 45 por ciento leche semidesnatada, el 42 por ciento pan blanco, el 30 por ciento cereales y barritas y sólo el 9 por ciento fruta fresca. En cuanto a los adolescentes de 13 a 17 años, el 64 por ciento ingiere chocolates, el 55 por ciento bollería y pastelería, el 42 por ciento leche entera, el 39 por ciento semidesnatada, el 35 por ciento pan blanco y el 11 por ciento fruta fresca.
Al alcanzar la mayoría de edad, los patrones de consumo de alimentos durante el desayuno comienzan a variar, ya que la mayor ingesta hasta los 64 años es de café (67%), seguida del azúcar (47%), bollería y pastelería (47%), leche semidesnatada (44%), pan blanco (43%), chocolates (28%), fruta fresca (15%) y verduras y hortalizas (13%).
Respecto a la población de entre 65 y 75 años, el café es lo más consumido a primera hora del día (77%), seguido del pan blanco (52%), leche semidesnatada (41%), bollería y pastelería (40%), azúcar (39%), aceite de oliva (29%), fruta fresca (29%) y verduras y hortalizas (12%), entre otros.
LA DURACION MEDIA DEL DESAYUNO ES DE 11,2 MINUTOS
La duración media del desayuno suele ser de 11,2 minutos (10,8 minutos en días laborales y 12,1 en fines de semana); los niños suelen realizarlo en el hogar y en compañía de la familia, mientras que en la adolescencia empieza a estar más presentes en instituciones y restauración, y la edad adulta se vuelve al hogar pero la mitad de las veces en soledad.
"El desayuno es un buen momento para mejorar la socialización y, además, realizarlo aporta importantes beneficios para la salud ya que ayuda a obtener la energía y nutrientes que se necesitan al fía, equilibra la dieta y mejora el peso corporal", ha detallado Varela Moreiras.
Del mismo modo se ha pronunciado el presidente de la Real Academia de Gastronomía (RAG), Rafael Ansón Oliart, quien ha destacado la importancia de educar desde pequeños en el hábito del desayuno desde los cinco sentidos: la vista, el olfato, gusto, tacto y el oído. "Los sentidos se educan y hay que dedicar tiempo a conseguir que lo sabemos que es bueno nos guste. Los niños tienen que saber inglés, pero también aprender a comer porque si no con 40 años se van a morir de un infarto hablando en inglés", ha destacado Ansón Oliart.
Y es que, tal y como ha recordado, el 50 por ciento de la salud depende de la alimentación. Por ello, la directora de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), Teresa Robledo, ha insistido en la importancia de que los españoles recuperen los momentos del desayuno para, así, recuperar el diálogo con los hijos y con sus familias y, por ende, prevenir los problemas vinculados con una mala alimentación.
Finalmente, los expertos han recordado que el desayuno debe incluir leche y derivados, porque aportan proteínas de alto valor biológico, grasa, hidratos de carbono, vitaminas liposolubles, fósforo y calcio; cereales y derivados, que aportan hidratos carbono complejos, algo de proteína y poca grasa, así como vitaminas del grupo B y minerales; frutas, para obtener hidratos de carbono, fibra, vitaminas hidrosolubles (especialmente A y C) y minerales como el potasio y el fósforo; así como aceite de oliva virgen extra, tomate, frutos secos, huevos, jamón, mantequilla, café, miel, mermelada o legumbres.