vitoria - Jocelyn Bell era una estudiante en la Universidad de Cambridge cuando en 1967 detectó por primera vez la radioseñal de un púlsar -estrella de neutrones que emite radiación periódica-. Este hallazgo fue considerado uno de los mayores descubrimientos astronómicos del pasado siglo, sin embargo, quien recibió el premio Nobel de Física en 1974 fue su director de tesis, Antony Hewish. A ella ni siquiera se la mencionó a pesar constar como segunda firmante del artículo publicado en la revista Nature.

En una entrevista en la BBC hace dos meses, Bell excusó la decisión de los premios Nobel porque “entonces no reconocían a estudiantes”, pero habló sobre los obstáculos a los que se ha tenido que enfrentar durante toda su carrera. “En la década de los 60 la gente veía la ciencia como una actividad realizada por hombres experimentados. Y la percepción era que estos hombres tenían a su alrededor todo un ejército de subordinados de los que no se esperaba que pensaran”, manifestó. La astrofísica experimentó barreras y prejuicios que aumentaron, asegura, cuando fue madre. “Mis colegas no me tomaban en serio porque trabajaba a tiempo parcial. No se daban cuenta de la tenacidad que era necesaria en Reino Unido en aquella época para ser madre y trabajar al mismo tiempo”, señaló.

El caso de Bell es considerado una de las grandes injusticias de la historia de los Nobel, pero no el único. Las mujeres han estado siempre en las ciencias, en todas las ramas de la ciencia, pero han estado invisibilizadas tras las firmas de sus colegas masculinos, jefes de equipo, en los premios... Para acabar con esta injusticia histórica, la ONU declaró hace dos años el 11 de Febrero Día Internacional de la Mujer y la Niña en la ciencia.

“Las contribuciones de las mujeres a todos los niveles son más invisibilizados, por ejemplo, los artículos de mujeres son menos citados, se les dan menos premios cuando en realidad lo merecen, se las va apartando poco a poco. Hay diferentes estudios que demuestran que, con el mismo currículum, se valora más al hombre que a la mujer. En general las mujeres se encuentran más aisladas, se encuentran un clima más hostil y la suma de todas estas cosas hace que las mujeres acaben abandonando la carrera científica”, describe Leni Bascones, científica titular en el Instituto de Ciencias Materiales de Madrid del CSIC y miembro del equipo coordinador de la iniciativa 11 de Febrero.

Este año, la organización se ha marcado como objetivo combatir la discriminación femenina en Ciencia y Tecnología desde los colegios. A los 6 años, las niñas ya asocian brillantez con masculinidad, en la adolescencia sienten mayor ansiedad ante las matemáticas que los chicos y cuando llegan a la Universidad su escasa autoestima es un hecho: las mujeres representan el 54,5% de las personas con estudios universitarios, pero su distribución por carreras es muy desigual: representan solo o el 26% del alumnado de ingeniería y el 12% de informática.

“El problema de la brecha de género no es simplemente que a la mujer científica le cueste más avanzar y que abandone más, sino que, además, las niñas empiezan a sufrir el efecto de los estereotipos desde los seis años. A partir de esa edad empiezan a asociar inteligencia con masculinidad”, asegura Bascones. La consecuencia es una autoestima más baja. “Las niñas no son conscientes, si les preguntas te van a decir que ellas pueden hacer lo que quieran, pero a la hora de la verdad tienen un sesgo muy importante”, sostiene. Y pone un ejemplo: “Hay estudios que han demostrado que ante un mismo ejercicio, si a las niñas les dicen que es de matemáticas o geometría, lo hacen peor que si les dices que es de dibujo, y eso no ocurre con los niños”.

Falta de referentes Un hecho que contribuye a la construcción de este estereotipo, según la iniciativa 11 de Febrero, es la falta de referencias femeninas en ciencias. “Las chicas no encuentran esa persona en la que identificarse”, lamenta Bascones. En su tesis doctoral, Las mujeres que nos faltan. Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales escolares, presentada en la Universidad de Valencia, Ana López Navajas analizó la presencia de mujeres en los libros de texto. Para ello analizó 109 libros de todas las materias (33 de ciencias) de 1º a 4º de la ESO de tres editoriales de ámbito estatal. Su conclusión: había un 7,6% de presencia femenina en los manuales, lo que “pone en evidencia un discurso educativo completamente masculino y falto de rigor, donde las mujeres están excluidas”. “Ellas y ellos salen de la ESO con la certeza de que las mujeres no han hecho nada relevante y son figuras marginales en la historia, la ciencia y la cultura”, sostiene la autora en su tesis.

Para hacer frente a este vacío, la iniciativa ha organizado 800 charlas en centros educativos durante estas semanas. “Los alumnos van a empezar a ver a las científicas. Habrá mujeres científicas que impartirán charlas y también hombres que hablarán sobre el trabajo de ellas”, se felicita Bascones.

Chieng Shiung Wu. Demostró que no se conservaba la paridad en la fuerza nuclear débil. Este descubrimiento recibió el Nobel de Física en 1957, pero ella quedó excluida del premio.

Barbara McClintock. Fue Nobel de Medicina en 1983, tres décadas después de su principal hallazgo: la transposición, que los genes no siempre ocupan el mismo lugar en los cromosomas.

Cecilia Payne-Gaposchkin. La astrónoma que descubrió la composición de las estrellas y del universo. Demostró que las estrellas se componían, básicamente, de hidrógeno y helio.

Dorothy Crowfoot Hodgkin. Nobel de Química en 1964, usó la cristalografía de rayos X para hallar la estructura de un gran número de biomoléculas.

Françoisse Barré-Sinoussi. Viróloga e inmunóloga francesa, Nobel de Medicina en 2008 junto a su colega Luc Montagnier por el descubrimiento del VIH.

Gertrude B. Elion. Nobel de Medicina en 1988, dedicó su vida a la farmacología enfocada a la curación de enfermedades. Destaca el descubrimiento del AZT para el tratamiento del SIDA.

Hedy Lamarr. Estrella de Hollywood, inventó el espectro ensanchado por salto de frecuencia que se utiliza en los GPS, Bluetooth y en las conexiones WiFi.

Notas. Un estudio realizado en Tel Aviv denuncia que, tras ser evaluados por los docentes del colegio, los niños sacaban mejores notas que las niñas, situación que se invertía cuando los docentes eran externos y no conocían el género de los examinados.

Currículums. En 2012, la revista PNAS publicó un artículo que demostraba que siendo idénticos, en una selección de 127 currículos revisados para un puesto de trabajo (63 con nombre masculino y 64 femenino) las candidatas fueron calificadas como “menos competentes” que ellos.

Productividad. Un estudio realizado por el Consejo Médico Sueco determinó que las mujeres tienen que ser 2,5 más productivas que los hombres para ser consideradas “igual de competentes”.

Rosalind Franklin. Otra de las científicas cuyo trabajo quedó sin el reconocimiento que se merecía: ella capturó la foto que demostró que el ADN era una doble hélice.

EMMANUELLE CHARPENTIER Y JENNIFER DOUDNA. Han desarrollado una tecnología de edición que permite reescribir el genoma y corregir genes defectuosos con un nivel de precisión sin precedentes y de forma muy económica. Esta técnica podría servir para tratar enfermedades e incluso para modificar el genoma de embriones para librarles de enfermedades congénitas o cambiar determinados rasgos físicos.

Josefina Castellví Piulachs. Es una oceanógrafa, bióloga y escritora catalana. En 1984 fue la primera española en participar en una expedición internacional en la Antártida.

María Antonia Blasco Marhuenda. Científica especializada en los telómeros y la telomerasa. Dirige el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

Vera Rubin. Astrónoma. Sus observaciones fueron fundamentales para sostener la existencia de materia oscura en el universo y cambiaron para siempre la forma de entender el cosmos.

Valentina Tereshkova. Astronauta, ingeniera y política rusa. Fue la primera mujer en viajar al espacio y única en hacerlo en solitario. Del 16 al 19 de junio de 1963 completó 48 órbitas a la Tierra.

Tu Youyou. Científica, médica y química farmacéutica china, conocida por descubrir la artemisinina, utilizada para tratar la malaria, con la cual salvó millones de vidas.

Patricia Bath. Oftalmóloga, inventora y académica. Fue la primera afroamericana en recibir una patente con finalidades médicas. Su Laserphaco Probe se utiliza para el tratamiento de cataratas.